Fernando Morote

Frailes-Víctor Humareda (1920-1986)
2
Cuando nos cruzamos por primera vez, en los estrechos pasajes de Pompeya, supimos que pertenecíamos a la misma estirpe. Haraganes por vocación, nos unía el lazo común de la indiferencia. Ayudar con las tareas de la casa o cumplir los deberes del colegio no figuraba entre nuestras prioridades. Nos interesaban otro tipo de detalles. ¿Soltera o divorciada? ¿Casa propia? A quién podía importarle. A lo mejor algo no funcionaba bien en nosotros.
Grandes conversadores, no éramos. Guapos, que digamos, tampoco. Corpulentos o fortachones, ni en broma. Y carro, no teníamos. Adolecíamos por completo de disciplina. No respondíamos a la imagen de jóvenes dinámicos, graduados con honores, entrando temprano a engrosar las filas de la fuerza productiva. Muchos nos señalaban como vulgares y malogrados.
(Sigue leyendo..)
—


Pingback: LA COCINA DEL INFIERNO: “Los ingobernables” (I) | Periódico Irreverentes·