EL RIF, SOBRE EL ESCENARIO

Pedro A. Curto






“…nos hacemos por encima de otras muchas, la siguiente pregunta: ¿qué derecho tenía España a colonizar y explotar el Rif?”, de esta y otros interrogantes planten Mariano Llorente y Laila Ripoll se plantean la obra RIF y (de piojos y gas mostaza), de Micomicón teatro.

El año pasado se celebró el centenario del llamado desastre de Annual, y la mayoría de libros, documentales, artículos, reportajes, se dedicaron a exponer lo lamentable de aquella derrota, situando la mala organización y como mucho, criticaron la corrupción. En general y salvo alguna excepción, se olvidaron, entre otros, del gas mostaza que da título a la obra, un arma química que el reino de España fue uno de los primeros estados en utilizar con sus terribles consecuencias. Si el mundo político oficial no suele ser espacio propicio para reflexionar sobre pasados que engarzan con aspectos de la realidad actual por cuanto no quiere enfrentarse con los discursos socialmente hegemónicos, siempre queda el universo intelectual y cultural, que no tiene (o no debería tener), compromisos con el relato dominante, que es capaz de profundizar y enfrentarse a los resortes que siempre tienen los poderes. Pero no ocurre así, en particular cuando se trata de aspectos que atañen a la cuestión nacional española, como dice la canción, hay que seguir al abanderado. Por eso RIF, es una interesante excepción.

Son muchas las ideas que se plantean en esta obra, que sitúa el escenario a medio camino entre un confesionario y un laberinto de interrogantes, cuyas respuestas no parecen estar sonando en el aire. Tres soldados son la fotografía de aquella guerra en las que el estado español utilizó a sus propios jóvenes, para enfrentarlos a otros jóvenes y gentes, con las que no compartían identidad, dioses o costumbres, pero si otras cosas: la miseria y el despotismo de un poder corrupto. Con un tono valleinclanesco van desfilando los personajes de una tragicomedia, mientras se nos informa de las noticias que marcan aquella época. Se parte de la perdida de Cuba y la crisis del 98, que se empantana en el Norte de África, lugar donde la idea imperial española se resiste a desaparecer, al mismo tiempo que se convierte en algo trágico y ridículo. Se muestra como el patriotismo glorioso, es tan miserable, que la deriva de aquel colonialismo acabará convirtiéndose en el fascismo hispano. Así Franco aparece con su voz aflautada y travestido, en una de las escenas musicales que dan contenido a la obra, donde los géneros musicales suenan con ritmo militar. Se muestra como ese militarismo patriotero no es otra cosa que negocios, donde los combatientes desean no combatir, y en ocasiones lo terminan haciendo de una forma especialmente violenta, pues no hay otras razones para empuñar esas armas que la vida miserabilizada, en ese odio sin razones que se prolongará hasta una guerra civil en que esos “moros”, son utilizados por el bando franquista. Es la forja de una idea de España, que aún salvando las distancias y el tiempo, llega a nuestros días en la moda rojigualdera que nos invade. Se podría decir que el a “a por ellos” es como se muestra en la obra, una de las bases del ser nacional: Los cojones, tener cojones, el Vivan los testículos como seña de identidad patriótica. Ver las dos horas que dura la obra, quizás sirvan para tener menos cojones y algo más de lucidez.

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