Las fotografías en movimiento: “Postales desde Andrómeda” de Helena Garrote

Carlos E. Luján Andrade












La Galaxia de Andrómeda es el objeto visible más lejano de la Tierra que podemos ver sin necesidad de un telescopio. Es el punto más apartado de nuestra existencia que durante muchos años colisionó con nuestra idea de infinidad. Ella está a 2.5 millones de años luz. Sin embargo, así como nuestra mente es tan profunda e inconmensurable como el universo, podríamos también decir que miles de galaxias tenemos dentro y que desde ellas, como las neuronas, nos envían señales desde puntos distantes casi ya imperceptibles hasta nuestro presente. Y es que también hay galaxias de recuerdos dentro de nosotros y que de tanto en tanto estas aparecen como enviadas producto de un estímulo o de una distraída contemplación. Postales desde Andrómeda de Helena Garrote nos da algo de eso. En sus breves textos vemos imágenes nostálgicas, fotografías descriptivas de añoradas experiencias en las que conocemos pequeños mundos infantiles donde se reflejan melancolía, imaginación, traumas, miedos, ansiedad o esperanza. La primera parte del libro llamada “Cenizas”, nos da mucho de eso. Lo construido por la autora en esta sección, desmenuza la cotidianeidad de su infancia en pequeños retazos poéticos de observación candorosa pero que con el transcurrir de los años, le han dejado una señal indudable de lo fundamental para comprender la existencia propia. En el texto llamado “Surtidos de dulces navideños” sintetiza lo antes mencionado con la siguiente frase: “No sé qué extraña fórmula secreta o magistral remedio contiene la naturaleza de un niño. La facilidad con que parecen borrar aquello que les hiere, igual se curan los rasguños de las rodillas, los cortes en las barbillas o las altas fiebres nocturnas. Solo al crecer empiezas a ser consciente del tamaño de las cicatrices y compruebas, al tocarlas, que algunas duelen”.

La segunda parte denominada “Forma de vida a explorar”, nos sitúa en imágenes presentes. Aquí lo leído nos representa la rutina, la intensidad que a veces pasa desapercibida por aparentar intrascendencia y que sin embargo, marcan el derrotero de la idea que tenemos de la vida. La absurda circunstancia en un cine, el inicio esmerado y frustrado de la rutina de ejercicios, la pacatería de nuestra pareja en un día religioso, el agradecimiento extemporáneo que motiva la compra de un objeto o los delirios de un escritor que publica en una red social, ofrece la oportunidad de escudriñar en aparentes banales circunstancias, la inmensidad de nuestra complejidad humana cuando nos referimos a sentimientos íntimos.

El libro finaliza con “Localización de cuerpos celestes”, en esta hallamos otro llamado de los recuerdos motivado por la influencia de la cultura popular como es el cine. En los escritos apreciamos apologías, ensoñaciones y alucinaciones de la autora con actrices, actores y personajes de ficción que no solo quedaron en el eran luego de terminar sus historias, sino que estas se instalaron en su propia imaginación para construir con ellas algo único y quizás más intenso.

Postales desde Andrómeda muestra, como todas las postales, unas imágenes que representan los lugares por donde anduvimos. Es una muestra del entrañable viaje que hemos dado desde el despertar de nuestra conciencia hasta llegar al lúcido presente.

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