Y ASÍ SE CUENTA LA HISTORIA: “¿Chuchumeca me dijo?”

Ítalo Costa Gómez





Siempre me estoy riendo. Es mi estado natural. Inclusive en los momentos más difíciles o dónde la jerarquía de trabajo necesita seriedad para llegar a un acuerdo no puedo mantener mi cara seria. La solemnidad no es mi estilo y yo actúo diferente. Te hago una broma, te jodo o me burlo de mi mismo y así la tensión se disuelve.

Eso ha provocado que amigos que me van a presentar a nuevas personas por alguna oportunidad de trabajo freelance o algo así me cuiden mucho previo a la cita. Me dicen: «flaco, con cuidado con el tío que es medio amargado» o «por favor flaquito no vayas a hacer mucho chiste para que te tomen». Lo dicen con amor, porque quieren que me contraten pero yo casi nunca hago caso porque no me gusta darle la espalda a quién soy. Eso tiene un precio y recuerdo una tarde en que pagué cuando me presentaron a unos inversionistas chinos y se jodió todo.

Cuenta la historia que el esposo de una amiga estaba haciendo negocios con un grupo de chinos que estaban creando un equipo en el Perú y necesitaban asesoría para crear una página web llamativa que jale a todo tipo de público y mi nombre salió y me llevaron a una cena con ellos para que me conocieran y poder presentar un par de ideas y ver si quedaba seleccionado.

El restaurante era muy elegante y yo me sentía muy bien vestido. Me veía cómodo y seguro. Estaba dispuesto a bromear lo mínimo indispensable y ayudaba que nos comunicaramos enteramente en inglés.

Lo único malo es que uno de los chinos (con cara de «no me gustan los graciosos») no hablaba inglés y hablaba en su idioma y los otros dos traducían para que nosotros entendiéramos qué decía.

Me sonaba hilarante su tono de voz y la rapidez con la que hablaba pero había logrado disimularlo con éxito. Me concentré en lo que estaba exponiendo. Hablaba solemne con palabras como «innovando» o mi experiencia en una web de impacto y la re puta madre, solo que en inglés. Todo iba bien hasta que el «chino enojado» dijo algo que sonó más o menos así:

-Chin jau niti tisi mora. Moto chuchu leca.

Y no pude más y miré a mis amigos y en voz alta dije:

-¿¡¿Éste señor me acaba de llamar chuchumeca?!? No hay derecho.

JAJAJAAJAJAJAJ Mis patas se lanzaron una carcajada enorme ante los atónitos invitados. Dejaron de hablar del proyecto para hablar de otras cosas como la gastronomía, huevadas y el ambiente se puso tenso. Había roto la seriedad de la reunión que ellos parecían disfrutar. Al rato me despedí con una excusa barata sabiendo que no me iban a elegir ni para que les abra la puerta del carro pero no me importaba tanto. La había pasado bien y, gracias a Dios, no me faltan oportunidades de trabajo.

Al día siguiente me escribe Paulo, el flaco de mi amiga:

-No estamos seguros de qué opinen de ti Italillo, pero sí te aseguro dos cosas. La primera es que van a averiguar cómo sea qué carajo significa “chuchumeca” y segundo es que nunca trabajarás con chinos en toda tu vida.

Que huevada oye. Yo que juraba que iban a decir “ay que divertido este chico”…

Al cabo que ni quería.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.