Carlos E. Luján Andrade

Y: Los valientes siempre son los más jóvenes. Los vemos en las guerras.
X: Los héroes, dirás.
Y: La heroicidad se ha romantizado.
X: Pero eso es lo que son. Ya tiene su membrete el actuar de una forma desprendida arriesgando sus propias vidas.
Y: ¿Crees que ese sentimiento es espontáneo?
X: Es una condición del ser humano. Cuando se es joven, se cree que es inmortal porque todavía no conoce del todo el concepto de la muerte. Para ellos, la muerte de sus pares, de gente de su propia edad es un infortunio, no algo inevitable.
Y: Entonces, podemos decir que tal edad puede ser proclive para que alguien que sepa que eso no es así abuse.
X: Es posible.
Y: El discurso nacionalista, de dar la vida por su patria es el que más se usa para convencer a los jóvenes que es necesario luchar por creencias y tradiciones que tal vez no conocen bien. Peor aún, se les puede mentir en el afán de convencerlos de morir por una bandera. Lo más grave es que aquellos que les inoculan tales ideas, saben lo que es la muerte. En el fondo, creen que la juventud ajena es algo que pueden desechar.
X: Es el idealismo de cada época. Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, muchos jóvenes europeos fueron felices a la guerra. Ellos habían sido formados con historias de gloria, héroes y grandes victorias. Asumían que la guerra era un gran evento donde su valor y energía podrían ser mostradas. Como sabemos, esa guerra fue sangrienta. Se vieron grandes monstruosidades. Para cuando comenzaron a llegar los primeros muertos y heridos, ir a la guerra ya no era visto como una oportunidad de gloria, sino una inevitable condena. No obstante, querían seguir luchando. No había otra opción.
Y: ¿Qué opción tendrían? La sociedad de ese entonces estaba condicionada por una serie de parámetros donde la juventud tenía un valor como pieza de cambio. Los ciudadanos jóvenes debían ser inmolados para mantener las ideas políticas vigentes. Si no eran ellos, ¿a quién enviarían a las trincheras? De por sí, la vida militar está estructurada para quebrantar el espíritu individual. Mientras este se encuentre arraigado en el individuo, no se podrá formar un cuerpo colectivo necesario para las grandes causas. El joven físicamente está en una condición extraordinaria, pero a nivel intelectual y emocional están a un nivel primario.
X: Aun así, no son seres inocentes que caen en las garras de seres humanos maduros y experimentados. Muchos saben lo que hacen y eso se confirma cuando ellos llegan a la madurez, claro, si sobreviven. Para estos, esas ideas sobre la valentía y la heroicidad tienen sentido. Hasta podría decir que les ha dado un sentido a sus vidas el pavonearse de sus actos de valentía en sus años mozos.
Y: Otros no podrán decir eso porque están muertos o traumados. Los seres humanos somos diferentes. No se puede defender una actitud porque existen algunos a los que no les ha afectado las consecuencias. Yo diría que la idea más optimista de la vida se forma cuando entramos a los veinte años. Si en ese periodo se nos promete un edén al que nunca se llegará, lo más probable que se estarán creando generaciones de individuos frustrados. Y no solo me refiero a la guerra.
X: ¿A qué otras cosas te refieres?
Y: A las relaciones sentimentales con una persona de menor edad. La madurez emocional, de la que te hablé hace un rato, es un factor determinante al momento de iniciar una relación amorosa. Alguien que ya conoce los vericuetos de las relaciones interpersonales puede aprovecharse de quien no lo sabe. En vez de esperar a que ese otro individuo aprenda por su cuenta, lo manipula para protegerse de las taras psicológicas que arrastra.
X: Mencionas lo de la experiencia. Te pregunto: ¿De dónde va aprender si no es con situaciones así? Es parte de la vida enfrentarse a situaciones extremas. No lo justifico. Las cosas son solo así.
Y: A veces no hay camino de retorno. Esa “experiencia” puede ser un derrotero hacia una vida infeliz y traumada. ¿Qué puede hacer un hombre de treinta años que no puede dormir porque el rostro del hombre que mató se le presenta en sueños? o ¿Qué hay de la mujer que es consciente que fue violada por su novio mayor de edad cuando ella tenía quince años? ¿Cuál sería el camino de regreso? No lo hay.
X: Ya te dije que no lo justifico, pero sucede. En el momento en que esas cosas transcurren, nadie piensa en el futuro. Ese joven es un soldado que quiere ser un héroe, esa adolescente está enamorada y daría todo por esa pareja. Sufre cuando la idea no se concreta. En parte, también la sociedad presiona a que no olvides que fuiste una víctima. Te dice: “Oye, si te hicieron eso, estuvo mal, debes reclamar”. No te dejan descansar. ¿Te imaginas en otras sociedades violentas donde un soldado pueda no dormir porque mató a un enemigo que de vencer mataría a su esposa e hijos. Ahí nadie les decía nada. La misma sociedad le reafirmaba que lo que estuvo hecho fue por un bien mayor. En otros aspectos también es así.
Y: Pero las sociedades cambian. Ahora somos más conscientes de nuestros derechos individuales. Tal vez el precio de esa lucidez sea la infelicidad. ¿Quién podría encontrar la armonía espiritual si nos damos cuenta que la sociedad en algún momento fue hostil con nosotros? Mi observación inicial va por ese rumbo. Las prácticas de pasado van volviéndose vetustas y socialmente incorrectas. Se está formando una generación donde el más fuerte ya no tenga tanto poder como antes. ¿Qué vendrá después de eso? Quién sabe.
X: Todo lo veremos con el tiempo. Tampoco quiero pensar como un dinosaurio, soy muy joven para eso. Lo que sí tengo claro es que las nuevas corrientes de pensamiento en algún momento no tendrán eslabón con los míos. Ahí el mundo actual perderá su sentido. En esa disyuntiva uno tiene dos opciones: allanarse a lo que viene o luchar por sus viejas creencias.
Y: No le hacemos ningún favor a la juventud de los que vienen defender un mundo que ellos nunca vieron.