YA NO HAY TIEMPO de Martín Lucia

Francisco José Segovia Ramos








Hay un guiño en la portada de la novela de Martín Lucía, en donde una de las palabras aparece en un color distinto al resto. Una pista, un aviso al lector prevenido de que no todo lo que se cuenta es lo que parece ni lo que parece es lo que será.

Fuera de esta paradoja, que no es más que la paradoja de la vida, Ya no hay tiempo nos habla del amor, la pérdida, la muerte y, cómo no, la vida, que, si no repara los daños al menos cura en gran parte las heridas.

Nos encontraremos, dentro de una prosa contenida, casi poética en muchas ocasiones, donde Martín Lucía también nos embelesa con los juegos de palabras, a unos personajes muy próximos que se deambulan, confabulan, fabulan incluso, en un mundo en el que la supervivencia tiene mucho que ver con los sentimientos y la mirada hacia adelante.

Cecilia, Media Cecilia a partir de un momento dado, no es más mujer por tener una pareja como Ignacio, que la apoya y complementa, ni menos cuando los acontecimientos se precipitan. Ignacio no es un héroe capaz de superar indemne los hados del destino. Alba no es una mujer fatal, aunque la fatalidad irá con ella. Y Emilio, el cuarto personaje principal de Ya no hay tiempo, cerrará un póker de amor, odio y necesidad. Habrá un quinto personaje, que brotará como una flor de vida y esperanza y que cambiará, o torcerá el rumbo anodino y casi destructivo de una Media Cecilia que ansía perdonar y perdonarse, comprender y comprenderse, odiar y des-odiar. Como la vida misma, por otra parte.

Ya no hay tiempo es una novela en la que el amor triunfará sobre el desasosiego, la inquina y el abandono. Porque hay que aprovechar el tiempo y hacerlo en positivo porque, el saber popular nunca se equivoca, es lo único que es nuestro con certeza.

YA NO HAY TIEMPO”, de Martín Lucía, Ediciones en Huida, 2019, Sevilla

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