Helena Garrote Carmena
Nombre: Paul Leonard Newman
1925-2008
Nacionalidad: estadounidense
Profesión: Actor-director.
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He conseguido cambiar el turno. Sé que es su último día y que bajará temprano a desayunar.
A las siete y treinta y seis en punto aparece atravesando el pequeño salón dorado. Es un hombre discreto, de aspecto impecable; saluda y dedica una suave sonrisa a cada miembro del personal.
Ocupa la mesa más apartada, la que está junto a la cristalera que da al coqueto jardín de invierno.
Me noto las manos húmedas y algo me revolotea por el pecho. Nunca le tendré tan cerca. Es mi oportunidad.
—Buenos días señor Newman.
—Buenos días.
Me lo dice levantando la mirada mientras se acerca la taza a los labios.
Es mi momento.
Avanzo segura, justo hasta el borde; respiro, tomo posición y con la elegancia de Esther Williams salto en perfecto clavado al océano aguamarina de sus ojos.
Desciendo en vertical hasta tocar el fondo. La sensación es cálida, incomparable. Giro sobre mi misma, todo silencio y burbujas. Un suave impulso y asciendo hacia la superficie. Contemplo su inmensidad, reflejos plata y turquesa cubriéndome hasta la cintura. Extiendo los brazos y me dejo mecer en el vaivén de ese mar de película.
—¿Señorita…?
Me mira sorprendido, y me hace un gesto como si quisiera advertirme de algo; entonces me veo, estoy ahí, mojada, jadeante y satisfecha, con mi gorrito de baño y mis piernas colgando sentada en el borde azul de sus ojos.
—¿Se encuentra usted bien?
La mesa chorrea café.
—De maravilla Señor Newman.