Miguel Rubio Artiaga
En mi mundo, los cerezos,…
se turnan con los almendros
para llenarse de girasoles.
Valles de alto amarillo,
sobre un fondo verde.
Los peces, son pescadores
de burbujas de aire,
que luego devuelven al agua.
Sus anzuelos, son de besos,
y de bambú negro sus cañas.
Los pájaros, cantan óperas,
en sus tarimas de árboles.
Las ranas, tocan la flauta,
los ciervos, son los directores
con las batutas de sus astas.
En mi mundo, no hay caminos,
porque todo él, es una senda
bordeada de mágicos jacintos,
que te guían entre los bosques
lo mismo que lobos lazarillos.
En los ríos, juegan los delfines,
a ser caballitos de feria
donde los duendes son jinetes,
los cocodrilos no lloran,
siempre sonríen las gacelas,
y pueden hablar las serpientes.
En mi mundo, nunca llueve
cuando hay tormentas.
Se ven mejor, los fuegos artificiales,
entre los copos de cálida nieve
que invaden el escenario,
al ritmo timbal de los truenos,
como pétalos blancos,
de albinos amaneceres.
La arena, se escribe sola
y sola, se dibuja corazones,
pinta y despinta huellas
amontando las caracolas,
según las olas obedientes.
Las piedras, hacen carreras
entre las montañas
en forma de veloces torrentes.
El que llega primero a lo bajo,
se corona con hojas de laurel
como Rey de las Pendientes.
En mi mundo, el viento,
está hecho de brisas
con aroma de romero
y tomillo durante el día.
Las noches, van perfumadas,
de azahar y jazmín verbenero.
Las mujeres, tocan la guitarra,
mientras los hombres bailan
la ceremonia de seducción,
con insinuantes ojos y gestos.
Baila el ratón con el gato,
el conejo con la rabosa,
el elefante con el gamo,
las jirafas con los perros.
Mi mundo está situado
en el sexto continente.
En el que habitan, libres, los sueños.
—–
Poema perteneciente a “Versos del Lobo”