Miguel Rubio Artiaga
Cada vuelta al pasado
al recuerdo dormido,
es un exorcismo…
las notas escondidas
tras un ensalmo.
Abrir un escenario
con telón negro rasgado
que guarda la historia
que te hace ser, tú mismo.
El rincón de las lágrimas,
el tumor de los desamores,
de las despedidas
cuando aparecen
nuevos cruces de caminos.
Regresar donde nunca
quisiste estar,
pero estuviste
y fuiste uno más
marcado por el destino
ya para siempre.
Se abren los tapiados portales
y las ventanas selladas
cuando aparecen
en el rincón más escondido
las furtivas y ocultas llaves.
.
Todo recuerdo,
cada vuelta al pasado,
es un exorcismo.
.
Caen las murallas
y las fosas vuelven
con su dolor enterrado,
acompañadas
por muros infranqueables
en un instante derruidos.
Vuelven los senderos y atajos
clandestinos.
Las cruces desperdigadas
por los solares yermos
de tantos y tantos amigos.
Cuando tuviste que mirar al suelo
y cerrando el puño
hincaste la rodilla
y te fuiste cabizbajo y vencido.
Regresan las brasas negras
y se vuelven rojas y candentes
haciendo arder las venas
en todo su recorrido.
Corazón, cerebro,
miembros, respirar,
dar un paso, cerrar los ojos,
todo es sentir dolorido.
El olor a espliego fresco
pasa a perfume muerto,
lastimero, podrido.
.
Todo recuerdo,
cada vuelta al pasado,
es un exorcismo.