CALABAZAS EN EL TRASTERO, CONMEMORACIONES, VV.AA.

Francisco José Segovia Ramos







El número 30 de la colección Calabazas en el Trastero, de Saco de Huesos Ediciones, está dedicado a las conmemoraciones. A las más siniestras, también hay que decirlo.

Procedamos, pues, a conmemorar, comenzando con el prólogo, siempre acertadísimo, de Juan Ángel Laguna Edroso, al que siguen trece relatos.

“Cinco de noviembre”, de Xuan Folguera, juega con el espacio y el tiempo para llevarnos desde la época actual a otra que se desarrolla en la Inglaterra del siglo XVI. “La sombra de Rosalía”, de Miguel Garrido de Vega, nos traslada a la Galicia más profunda, hasta donde puede llegar la venganza y el saber popular, íntimamente ligados. “Anoche me llamó la mujer del cementerio”, de Miguel Martín Cruz y Gema del Prado Marugán nos traen de nuevo al detective Solo y una experiencia terrorífica y centenaria en un cementerio de resonancias decimonónicas.

“Yo soy Providence”, de Adrían García Cholbi nos lleva, el propio título nos da la pista, a la ciudad que vio nacer a Lovecraft, que se convierte en el protagonista ausente de un acertado homenaje literario. “La fiesta del vino”, de Raúl S. Vindel, entra dentro de lo que se llama terror rural, tan recreado en la literatura y el cine pero siempre lleno de agradables y, a la vez, terribles sorpresas. “El ciclo de la no-vida, la sangre y la muerte”, de Erica Gómez Gris y Juan Ángel Laguna Edroso, nos habla de catacumbas, ritos esotéricos y criaturas horribles convocadas en ceremonias impías.

“Helter Skelter”, de Salomé Guadalupe Ingelmo, con un protagonista anclado en viejos hábitos y una ideología racista impropia de nuestros tiempos, no defrauda un ápice, como es habitual en esta gran escritora. “El banquete de Snorri”, de Manuel López del Cerro, se desarrolla en una aldea vikinga, en la que los invitados, ya sean dioses venidos a la tierra o muertos ebrios de venganza, convierten una fiesta en una locura. “Sombras”, de Isabel Pedrero, cuenta un encuentro entre dos amados separados por la muerte, con un final sorprendente y que desubica al lector.

“Fue mi trabajo”, de Sergio Mars, juega espléndidamente con la profesión de enterrador, el vacío después de la jubilación y esa muerte que llega pero no impide que se haga lo que se tiene que hacer, logrando un final muy conseguido. “Mueve tus pies en Samhain”, de Miguel Ortega Hiraldo, narrado a través de una serie de cartas de su protagonista, rinde homenaje a autores como Stoker o Lovecraft, y entre sus líneas se atisban algunos indicios de los mitos de Chtulhu.

“El día de los patronos”, de Curro Esteves, bebe, al igual que algún otro relato más de esta antología, del terror rural, aunque en esta ocasión es una lectura en primera persona. “Desencanto”, de Javier S. Donate y Lisardo Suárez, nos cuenta una historia de investigaciones paranormales en el Hollywood de las estrellas.

Buena antología, como casi todas las de esta colección, en la que el nivel de los relatos es muy semejante, con lo que el lector no se sentirá defraudado al pasar de uno al otro aunque, bien es cierto, que alguno destaca sobre los demás. Pero esto último es solo una opinión personal que puede variar según gustos y experiencias.

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