CALABAZAS EN EL TRASTERO, MALDICIONES, VV. AA.

Francisco José Segovia Ramos





Saco de Huesos editó en 2020 el número de su colección Calabazas en el Trastero, dedicado a las maldiciones.

Como siempre, trece autores y autoras escriben sobre temática relacionada con esta apuesta literaria, precedidos por el prólogo de Juan Ángel Laguna Edroso.

“Legados familiares”, de Irene García Cabello, trata sobre un grupo de individuos, de dudosa procedencia, que visitan los domicilios de una finada en busca de un pago prometido por esta. “333.333 firmas”, de Miguel Matesanz, nos lleva a unas reclamaciones que beneficiarán a la persona más inesperada, con un toque sardónico y cierta crítica social. “Días felices en Hacienda del Campestre”, escrito a cuatro manos por Javier S. Donate y Lisardo Suárez, nos lleva a una urbanización donde los vecinos son víctimas de extraños accidentes que más parecen producto de alguna maldición lanzada por una vecina poco querida.

Nicolás Ayensa, en “La verdadera luz”, nos lleva al mundo de la red informática, en la que pueden encontrarse intrigantes páginas donde hay maldiciones disponibles para utilizar. “Creencia fungible”, de Miguel Martín Cruz y Gema del Prado Marugán nos vuelve a traer al detective Solo y nos presenta una ejemplo inquietante de lo que son las leyendas que nacen en las redes sociales.

“El viejo en la torre”, de Armando Boix, con un estilo muy gótico, que recuerda y homenajea a Poe por momentos, que una maldición no tiene por qué ser tan evidente como se muestra. “Oscuro”, de Enrique Ferrer Pérez nos lleva a un lugar perdido en el tiempo en donde las tradiciones más siniestras impregnan la vida de una tribu. Jesús Ayuso Fernández nos recuerda, en “La sombra del cuatro”, algunos elementos de las novelas y relatos de Robert E. Howard, con una atmósfera opresiva y un final impactante.

“Zarqa´Al-Qutrub”, otro relato escrito a cuatro manos por Santiago Aparicio Lara y José Luis Alonso lleva al lector a una maldición que no solo perdura en el tiempo sino que pasa de unos hombres a otros de la manera más compulsiva. “Sentenciado a muerte”, de Darío Lozano, narra la historia de un enterrador y su forma peculiar de realizar su trabajo, y de cómo una negativa conlleva un terrible final.

Soren L. M. Wright, en “¡Maldición!”, también nos sumerge en el mundo de internet y del peligro de contactar con sujetos anónimos de imprevisibles fines. “La casa rural” de la familia Pez, de Luis Gómez García, juega con el tiempo, con el presente y el pasado, con la locura y la tragedia inevitables y, diríamos, repetidos en bucle hasta la infinitud. Por último, “De profundis clamavi ad te, Domine, El evangelio según Pazuzu”, de Salomé Guadalupe Ingelmo, es un relato cargado de orientalismos y referencias a la cultura oriental, de las que surge, eterno, el mal.

Maldiciones por doquier, para disfrutar y sobrecogerse e, incluso recapacitar.

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