Y ASÍ SE CUENTA LA HISTORIA: “¿Cuánto cuesta “hablar caro”?”

Ítalo Costa Gómez








Qué cuidado el que se debe tener al momento de hablar. Sobre todo, cuando vas a entrevistar a alguien y ofrecer el producto al público en un espacio de televisión o en cualquier plataforma virtual. Un dicho muy sabiondo dice que “si tienes que demostrar que eres elegante, entonces no lo eres realmente”. El rebuscar en tu diccionario interior para utilizar frases o adjetivos que te hagan quedar como una lumbrera lo único que puede conseguir es sacar a la luz algún grado de incompetencia y podrías – en el colmo de la tragedia – ofender a tu invitado sin siquiera saberlo.

[Déjame darte un consejo de talk show. Tengo algo qué decirte. Caso de la vida real]

Cuenta la historia que un queridísimo amigo publicista (Josué Dorchetti) estaba viendo la entrevista que le habían hecho a un compañero suyo para un espacio deportivo virtual. Debo empezar diciendo que Josué tenía muy buenas intenciones al ver el vídeo a pesar de tener un sentido del humor bastante negro y muchas veces detestable debido a su acidez. Yo lo tolero casi todo el tiempo porque le tengo mucho aprecio y además porque felizmente hay sal de Andrews. Él quería ver la nota y apoyar, solo que nada salió bien.

No habían pasado ni los primeros dos minutos de la entrevista cuando escuchó algo que hizo que se le cayera por completo el presentador y al comentarlo públicamente dejó pal culo al susodicho y de paso arruinó su amistad. Así es él. Mata dos pájaros de un solo tiro. Algo así como Pepito Dos Cañones. El entrevistador se lanzó con cara de culto:

-Y tenemos el enorme placer de tener hoy con nosotros a un ilustre invitado en el programa. Un personaje que no necesita mucha presentación. Es instruido y sagaz cuyas opiniones elevan la calidad de los debates. Un exiguo periodista…

Aguanta aguanta. Veamos el Diccionario de la Lengua Española: “Exiguo – Exigua: adjetivo formal que significa escaso, insuficiente, reducido e insignificante”.
Ah ya. La churretada desde el arranque. Estaba menospreciando de la peor manera en plena presentación a su volado invitado que solo respondía con una volada sonrisa estática.

Josué se dio cuenta al toque que lo que el chochera trató de decir era “eximio” que es todo lo contrario: ilustre, excelente, relevante.
En otras palabras, por ponerse fino la había jodido. Por supuesto que cualquier televidente o amigo hubiese sentido pena por el presentador y se hubiesen quedado callados. Todos menos Josué, claro está. Le comentó en el mismísimo vídeo – miren que tal hijo de fruta – a su amigo estupefacto, indignado y socarrón.

-Oe, que tal pobre diablo ese que te insultó apenas arrancó la entrevista.

Lejos de ser motivo de risa para «el exiguo» se picó y sacó la bandera de la lealtad y ofendido por orgullo ajeno le respondió:

-Ese pobre diablo del que hablas es uno de mis mejores amigos.

Se pudrió todo. ¿Qué pasó? Pues que el «exiguo» se quedó con su entrevista pública en la que lo llamaban “insignificante” (ni Milagros Leyva la ha cagado así, creo), el presentador quedó como un ridículo inculto y mi querido Josué ofendió el dolido corazón de su brother. No pudo salir peor.

No hay nada más rico al hacer una entrevista que disfrutarla y deshacerse de poses mientras la haces porque así llegas al corazón de la gente que te ve, despiertas más su interés y, lo que es mejor, no te corres el riesgo de llamar “eunuco” a tu estrella invitada. En esta historia todos salieron perdiendo algo, unos más que otros. La moraleja no podría ser más sencilla: Si no eres Martha Hildebrandt entonces habla limpio y no pretendas quedar como el nuevo Marco Aurelio Denegri sin saber lo que estás diciendo. Fácilmente puedes terminar llamando “frígida” a la mismísima Millet Figueroa – que derrocha feromonas – cuando en realidad lo que quisiste decir fue “fogosa”.

Que este relato quede de lección para ti, amigo influencer y neo periodista, que quieres revolucionar las comunicaciones y trabajar en Canal 7. Más vale un simple y eximio comentario como “eres un capo” a un terrible y exiguo “tu presencia engalana este plató cuyas vísceras se ven conmocionadas ante tu soporífera presencia”.

El precio a pagar por «hablar caro» puede ser muy alto. El tip es gratis.

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