Juan Patricio Lombera

Carta XIII
México a 25 de diciembre de 2019
Como te mencioné en una misiva anterior, existe entre los jóvenes una competición llamada Lupe-Reyes, pero las personas que trabajan no tienen posibilidad de participar en ese certamen. Cuando era pequeño, apenas existían en México centros comerciales y los que había eran muy básicos aún. Tampoco existían los restaurantes Mcdonalds y el país vivía en una suerte de semi autarquía, especialmente en lo referente a los productos tecnológicos. El contrabando de esos productos se llamaba fayuca. Por ende, la compra de los regalos navideños se convertía en una procesión de visitas a tiendas. Te mentiría si te dijera que en mi época tenían más importancia los reyes magos que Santa Claus. Esa batalla cultural ya la habían ganado los gringos, en parte porque los niños pueden disfrutar más tiempo los juguetes si se los dan el 25 de diciembre en lugar del 6 de enero. Como sabes, mi padre fue embajador en Luxemburgo y cuando volvimos a México coincidió con las fiestas decembrinas. El caso es que no hubo tiempo para los regalos y mis padres tiraron de ingenio. Según ellos, Papá Noël no sabía donde vivíamos, pero no había motivo de preocupación, pues ya mis padres les habían avisado a los reyes magos la dirección de nuestra nueva casa. Y, efectivamente, el día 6 obtuve un cochecito y unos comics de Tintín de la mano de esos magníficos sustitutos.
Lo que si no ha cambiado mucho en estos años es la cena de Navidad. Tradicionalmente, la familia se reúne en torno a la mesa y se consume sopa de marisco, romeritos, que es una hierba que se cocina con mole y se acompaña de tortas de camarón de agua dulce y papas redondas y pequeñas, y también pavo acompañado de jalea de arándanos y puré de papas. Para los postres se puede tomar los típicos turrones o el pastel de frutas de origen alemán que contiene fruta escarchada en su interior y se baña con un poco de brandy. Cómo vera, por mi descripción, se me está haciendo agua la boca nomás de recordar esos festines. Además, en México, a imitación de Estados Unidos, se suelen ver casas y locales comerciales decorados con luces de colores en la fachada para darle un ambiente navideño al hogar
Recuerdo que con 8 años nació el centro comercial Perisur; en aquel entonces el más grande de Latinoamérica. En la navidad de 1980 vi una pintada que decía: “En navidad se celebra el nacimiento de Jesús, no el de Perisur.” Y no me extraña, ya que el interés que generó fue brutal. Todo aquel que tenía algunos pesos que gastar iba a ese lugar para describir la experiencia y estar a la onda como se suele decir. 5 años después Mcdonalds empezaba su actividad en México en dicho centro comercial. Nuevamente hubo una cargada de mexicanos ansiosos de ingerir esa comida basura y presumirlo. Recuerdo un excelente artículo de Margarita Michelena, columnista conservadora de la revista Jueves y de Excelsior, que decía que los mexicanos éramos campeones en hacer el ridículo dadas las inmensas colas que generaba dicho restaurante.
Este año, las circunstancias familiares han exigido un cambio en el programa tradicional. Cómo celebramos las fiestas en la morada de mi hermana, que es una casa fifí según díría el presidente, tuvimos que ajustar nuestro festejo a los horarios de las sirvientas que se iban a las 5 de la tarde. Por ende y teniendo en cuenta que mi hermano llegaba a la Ciudad de México a las 5, retrasamos el encuentro hasta las 4 de la tarde y entre las 3 y las 4 nos tomamos una botana para aguantar el rugido del estómago. Una cosa que sí me agrado de estas fiestas es que contamos con la presencia de la madre de mi cuñado y de su hermana y sobrina. Estas 2 se incorporaron a última hora, pues cuando ya iban hacía el aeropuerto donde tomarían un avión a Washington, cayeron en la cuenta de que el visado de la menor había caducado. Además, un amigo divorciado de mi hermana que no tenía con quien pasar las fiestas también vino. Éramos tantos que hubo que juntar la mesa del comedor rectangular con una cuadrada que se utiliza para juegos. Un enorme mantel blanco con estampaciones tapaba ambas mesa y, de no ser por una ligera diferencia de altura entre ambas, nadie se habría percatado del agregado. En ese ambiente, como supondrás, la conversación no gira en torno a la final del campeonato, ni mucho menos al devenir del país con el nuevo presidente porque, pese a que hay consenso en contra de él, no es de buen gusto hablar de política y por si acaso hay que evitar polémicas en un día señalado para pasarlo en familia. La conversación tendrá como principal foco lo rico de los alimentos, lugares que se han visitado, tiendas donde comprar etc… Tampoco creas que la conversación adquirirá altos vuelos intelectuales. Ninguna mención a libro alguno, salvo si es para apoyar una idea en cuyo caso la cita es doblemente afortunada ya que amen de reforzar el punto de visto destaca lo culto de quien lo dijo, y tampoco oirás hablar de museos en esa mesa, pero el ambiente será distendido y agradable.
Por otra parte, al día siguiente solíamos ir corriendo al árbol a ver los juguetes que nos habían traído. Al ya no haber niños en la casa, hemos decidido este año no hacer regalos en aras de la economía familiar. Además, también se le daba especial importancia el día 25 al recalentado, ya fuera en casa o con familiares. Hoy en día, si bien se sigue comiendo juntos en casa, ya nadie le da la importancia de antaño o al menos así ocurre en mi familia. Se ve esa relajación en la misma ropa de los comensales y en el hecho de que cada quien hace sus planes para la tarde. En fin, como puedes ver mi querido amigo el tema no me apasiona y, de hecho, en estas fechas te envidio por no tener que soportar esa sucesión de comidas ingentes guardando las apariencias y simulando estar contento tan solo porque estamos en Navidad. Un fuerte abrazo.
(Continuará…)
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