Ítalo Costa Gómez

“Un día los limeños se despertarán llorando
y toda la ciudad desaparecerá en un mar de fango”.
(Jorge Eduardo Eielson).
Como amigo – pues no me considero otra cosa que su amigo – les he hablado antes del trabajo del escritor peruano Luis Hernán Castañeda (radicado en Vermont, Estados Unidos) y lo hago porque disfruto utilizar este espacio maravilloso que me brindan para poder celebrar el talento de mis compatriotas, sobre todo cuando estos son buenas personas y su trabajo cruza fronteras. Me lleno de orgullo y sé que las personas que acompañan esta columna semana a semana son gente noble y cariñosa. Unirlos a todos, servirles como puente, me hace sentir afortunado.
Esta semana quiero contarles sobre “El imperio de las mareas”. Todo es maravilloso y complejo desde el inicio. La novela te va sumergiendo de a pocos entre la ciencia ficción y tus orígenes. Pudo atraparme desde el inicio porque yo siempre he estado frente al mar. No porque yo lo haya querido, sino porque el destino así lo quiso. Siempre he vivido a dos pasos del mar. El protagonista, que se hacía llamar Sakana, quería representar a un buceador de aquellos, confundido ser mitológico y humano de las aguas, siendo al mismo tiempo un “mamífero de pies obedientes”. Ese no es su nombre real, pero él se bautizó así y eso es lo que cuenta. Para hacer una fantasía tan atrevida como esta novela tienes que tener mucho talento, tienes que saber limpiar los caminos con claridad para que el lector no se pierda y es asombroso como Hernán Castañeda utiliza sus armas con absoluta precisión y lucidez. Los enredos fabulosos de Sakana son aterrizados por Mayu, una japonesa que tiene como oficio el periodismo y se entrega a él, busca ayudarlo a encontrar respuestas para poder encontrar equilibrio como hijo y también como empleado. Sakana es un alma libre y rebelde que debe desarrollarse en una tierra de reglas que no comprende ni parece querer comprender y es maravilloso, al pasar las páginas, ver como esta fábula hace que te identifiques con la historia. No solo abrazas al personaje principal, sino que te hace pensar en nuestra identidad como peruanos de todos los colores y de todos los maltratos.
Eso es lo que logra mi querido amigo Luis con esta novela. Rosa Montero escribió: “Nuestro destino es un misterio y quizás el sentido de la vida no sea más que la búsqueda de ese sentido”. Creo que son libros como el que hoy les ofrezco los que nos acercan a ver quiénes somos y a dónde queremos dirigirnos partiendo de nuestro origen. Siento que es una época perfecta para leer este libro, precisamente por ser tan dura – ambivalente como el alma de este texto – Sobre todo en el Perú con la pandemia en su más alto pico y con la situación política insostenible y agobiante que nos hace olvidar para qué vivimos y qué somos.
Ojalá que logremos escapar de los depredadores marinos y su maledicencia. Que podamos nadar entre rorcuales y lobos marinos, siendo reyes, porque es lo que somos.
