Alberto Ernesto Feldman
En tantos años juntos habían plasmado todas sus fantasías, de tal forma que Amor, Sexo y Humor corrían parejos; por añadidura la casualidad quiso que la primera noche de ese fin de semana largo, se desatara una fuerte tormenta, un escenario que siempre los estimulaba.
El hotel de cinco estrellas que reservaron en Mar del Plata, con vista al mar, era el marco apropiado para celebrar sus varias décadas de convivencia.
Las copas llenas sobre la mesita proyectan, filtrando la luz del velador, una tenue luz dorada que acompaña, acentuándolo, el color de la piel de los amantes que se mueven acompasadamente al ritmo de “Comienza el Beguine” la joya tropical de Cole Porter que Frank Sinatra les regala desde un parlante oculto.
De pronto, el movimiento espasmódico de una mano, o de dos, o de cuatro, coincidente con el clímax, arroja las copas y el balde con el champagne al suelo, y produce dos cosas, además de ruido; en el piso, un montón de vidrios rotos y un charco de agua y alcohol, y en la cama, una queja curiosamente sincronizada de los dos:
– ¡Pero por favor!… ¿Por qué no te fijás un poquito?…