Miguel Rubio Artiaga
Prometheus Bound (1878)-Christian Griepenkerl
La Poesía, duele.
Un poeta, es un payaso
que cuando ríe
carcajea feliz,
acuarela los labios
y mirada triste.
La Poesía, no regala nada,
al contrario, exige.
Amor o desamor,
locura demente,
soledad y silencio,
drogadicto de la pasión,
contador de lo indecible.
¡Cuántas veces pienso
que yo soy los versos
y la Poesía,
dueña firme de la pluma,
es la que me escribe!
¡No hay término medio,
Ella da y Ella pide!
Decide que seas:
Espuma de ola nómada
sin algún destino,
profeta del desierto, salitre.
Portador de espejismos
en un agua dispuesta
en recipientes de mimbre.
Escultor de sonidos,
en un indomable granito,
usando en vez de cincel
delicados pinceles
en trazos muy sensibles.
Te exige
¡Tener que poder hacer
lo imposible!
La Poesía, no se conforma
con amorosos poetas,
estrellas, luceros, lunas,
quiere una corte de magos
que crean y creen lo sublime.
Alquimistas de leyendas áureas
usando el metal,
pero que en vez de oro
lo conviertan en palabras.
¡Que besen la llaga abierta!
¡Que vivan lo terrible!
¡Que al sentimiento
que busca sangre,
le hablen de libertades
y enseñando a usar la rabia
lo domestiquen!
Poesía, águila y gorrión,
escriba sagrada de dioses,
cronista de muertes traidoras,
de noches rojas de llantos.
Poesía, halcón y buitre.
Serpiente y paloma.
Hiena, gacela y tigre.
Poesía esclavista,
negrera, proxeneta,
es tu senda de cadenas
la que me hace ser, un hombre libre.
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