Si tú paseas, seré alameda
y te besaré en cada tronco de árbol,
en cada banco solitario.
En cada esquina y a escondidas,
en un revolotear de manos,
botones desabrochados,
deseo en celo bajo la Luna
en un maremoto de caricias.

Si duermes, seré sueño
agazapado en tu almohada.
Tu hueco en el colchón,
las sensaciones excitantes,
que antes de la madrugada
y en mitad de tu descanso,
sientas entre tus ingles,
la caricia de mis manos
en una soñadora y húmeda llamada.

Si lloras, seré una lágrima
que resbalando por tus mejillas,
al llegar a tus labios,
y rodeándolos pícara
al sentirlas, divertida,
te haga sonreír,
dibujando un Arco Iris,
en el velo de agua de tu mirada.

Si ríes, seré franca carcajada
y centinela de tu risa
contra los cuentos miserables,
llenos de personajes macabros,
y madrastras asesinas.
No dejaré que manchen de sangre,
los personajes malvados
tu hechicera alegría.

Si mueres, me iré contigo,
juntos seremos ceniza enamorada,
corazón dibujado de esencia,
o sencillamente nada.
Pero seguro, juntos y unidos,
siempre sonriendo, mirándonos,
atravesando el tiempo,
descifrando lo imposible,
siempre, de la mano cogidos.