Sergio Coello
Lucas Sabando tiene por hábito o costumbre acabar con las vidas de sus semejantes de una en una. Nada hay de excepcional en ello; así actúan el cazador ante la pieza, el torero frente al toro y el verdugo contra el reo.
Sin embargo, el interés del caso no radica en la imposibilidad matemática de que ese empeño homicida le lleve a acabar con la Humanidad entera ―más de seis mil millones de personas― sino en lo insólito del procedimiento: Sabando cuenta historias mortales: narra relatos en forma de estilete cuyo afilado desenlace se clava en el centro exacto del corazón del lector; allí donde éste guarda el tesoro de la vida y donde no llegan los cirujanos ni el amor verdadero.