Estefanía Farias Martínez

Pommier Aux Fruits Rouges (1902)-Paul Ranson
—¿No ha venido Julita?
—Está en dirección. La llamaron hace un momento.
—Es que quiero apuntarme para las tres, pero tengo una call en diez minutos y se me hace tarde.
—Si quieres te hago la reserva. Cuando Julita sube a dirección, no tarda menos de media hora. Ya conoces al Presidente. Yo voy a aprovechar para hacer una llamada al almacén, pero me voy a quedar aquí. Quiero reservar el cubículo nuevo para las doce.
—Pues gracias, Rodríguez. Te debo una.
—Nada, hombre. Hoy por ti, mañana por mí.
—Te veo en la reunión de presupuestos.
—Mierda, se me había olvidado. ¿A qué hora es?
—A la una.
—Tengo tiempo de sobra.
—Hasta luego y gracias otra vez.
—¿Sánchez? ¿Ha llegado el lino?
—Aún no, señor Rodríguez. He llamado a Zaragoza y dicen que los camiones salieron ayer, pero no me creo una palabra. Habrán salido esta mañana y eso con suerte.
—Yo tengo una reunión a las doce con la asistente de don Patricio. De hoy no pasa que arreglemos esto.
—Eso espero, porque los del taller de Chiclana me están volviendo loco.
—¿La jefa del taller no es la etíope?
—Sí, Amira “piernas interminables”.
—¿Quieres que os prepare una reunión? Así podéis llegar a un acuerdo. Tú le expones tus puntos de vista y ella a ti los suyos. Incluso lo podemos arreglar para hoy. El almacén y el taller tienen que trabajar en equipo. Ponte de acuerdo con ella y yo os hago la reserva.
—Ahora mismo la llamo.
—Perfecto.
—Buenos días, señor Rodríguez.
—Buenos días, Julita. Quería hacer una reserva a las doce. ¿Estará disponible el cubículo nuevo?
—Sí, no se preocupe.
—Pues resérvamelo. Ah, y Gutiérrez quería una reserva para las tres.
—Tomo nota.
—¿Hay muchas reservas para hoy?
—Aún no ha empezado el desfile. Usted y el señor Gutiérrez son los primeros.
—Hoy se incorpora la nueva directora de recursos humanos, ¿verdad?
—Sí, el Presidente está con ella en el despacho. Hará oficial su nombramiento en la reunión de presupuestos.
—Antes de irme tengo que hacer otra reserva. Sánchez, el del almacén, a las cuatro.
—Tomo nota.
—Gracias, Julita.
—Hola, Julita.
—Hola, señorita Gómez.
—¿Llego a tiempo para reservar a las doce? Es que siempre se me adelanta Rodríguez y ya hasta las cinco no puedo.
—Hoy hay dos cubículos. La apunto a las doce.
—Gracias, Julita. Me voy corriendo que los teléfonos van a estar ardiendo todo el día. Como los pedidos al taller de Chiclana no salen, los clientes están muy revueltos. Pero a las doce estoy aquí. Y Giménez quería que la apuntaras a las tres.
—Listo.
(Continuará...)
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