EQUISEY: “Sobre lo políticamente correcto”

Carlos E. Luján Andrade




Z: ¿Has escuchado a las personas que usan el “todes”?
X: Sí, ¿qué pasa con eso?
Z: Es una tontería. Ya existen formas de hablar correctamente. ¿Quién va hablar de forma tan ridícula?
X: Suena raro, pero cada vez la gente se está acostumbrando a ello. Es una forma política de reivindicar derechos de quienes se sienten excluidos cuando solo se dice “todos”.
Z: En el “todos” están incluidas todas las personas, valga la redundancia. ¿Qué necesidad hay de estar cambiando el idioma? Al final, van a terminar modificando todo aquello no les gusta a un grupo de personas.
X: No es solo un grupo de personas, son minorías o las personas que por una cuestión social, se siente excluidos del sistema.
Z: ¡Bah!, se ha vuelto costumbre ir cambiando las cosas que a un grupo pequeño no les gusta. ¿Cuándo va a parar esto? Cuando esos grupos logren su objetivo, vendrán otros y también podrán decir que aquello vulnera sus derechos y exigirán un cambio.
X: Pero así ha sido toda la vida. Lo que antes era norma, ahora ya sería una aberración seguir manteniéndolo.
Z: Si terminamos cediendo a lo que una minoría pide, entonces por las puras existe la democracia.
X: Las bases de todo estado de derecho es que todos tenemos derecho a ser tratados como iguales. Si un sistema es opresor, entonces debe ser modificado.
Z: ¿Opresor?, esa es una ideología sin sustento real. Cada cierto tiempo, las fuerzas se alternan. Tenemos gobiernos de derecha o izquierda. Y en el periodo de tiempo que duran implementan normas que equilibran los excesos del gobierno anterior.
X: Eso lo has sacado de un manual de ciencia política. En teoría debe ser así, pero el sistema no solo se configura con lo que dicen los dirigentes políticos, sino que influyen los grupos de poder, la clase dirigente. Ellos, según sus creencias y costumbres, determinan lo que debe regir en la sociedad. Peor aún, quieren que las cosas se queden como están porque de esa forma garantizan su poderío. No te digo nada nuevo.
Z: No siempre es así. Eso sería si asumiéramos que todo es una conspiración.
X: Pero si los conservadores, como tú, es lo primero que afirman cuando hablan de la “ideología de género”. Que todos los cambios, los derechos posmodernos, el lgtb y el feminismo es parte de un plan que intenta minar los valores de una sociedad familiar y creyente en la voluntad de Dios.
Z: Algo debe regular los preceptos en las que se sostiene una sociedad. No es nuevo que de seguir así, el desorden y el caos volverá. ¿Está mal determinar una moral social?
X: Si afecta a la sociedad, sí. Para eso también están las leyes. Pero con respecto a los derechos individuales, el asunto se complica. El todes es una punta del iceberg que está diciendo que algo que hemos tenido por tiempo prolongado ya no funciona. La sociedad es móvil. No siempre será la misma. Hablamos de personas, de voluntades diferentes que no pueden ser dirigidas con normas rígidas o sanciones morales.
Z: Es que se terminará descontrolando. Ya hasta ese llamado progresismo está afectando a los niños con las ideas de que pueden ser del género que deseen. ¿Ves el nivel de perversión que hay en todo ello? Respeto que se quiera dar libertad al ser humano para ser quien quiera ser, sin embargo, hablamos de su vida emocional y sexual. La sociedad ordena a sus individuos de tal forma que estos son funcionales para una nación. Por ejemplo, no se debe oprimir al homosexual. Estoy de acuerdo en que esas normas que lo penaban eran trasnochadas. Lo que debemos evitar es que otras normas estimulen a la gente a ser así.
X: ¿Estás diciendo que por una ley la gente se volverá homosexual?
Z: No, eso es absurdo. Lo ideal es no darle demasiada exposición al asunto. Es un tema meramente personal.
X: Pero si el matrimonio heterosexual está regulado por el Código Civil.
Z: Es que eso es lo natural, lo normal. Se protege una institución que es el pilar de toda sociedad. Los hace responsables de todo aquello que derivará de esa unión.
X: ¿Y que hay con el matrimonio homosexual?
Z: No pueden engendrar, no se puede llamar matrimonio. Será unión civil, quizás.
X: Eso es discriminación. No se les da el mismo tratamiento. No se supone que todos somos iguales.
Z: Somos iguales como personas, pero la unión de estas personas es incompatible con la idea de familia que se tiene.
X: ¿Quién tiene?
Z: La mayoría de personas. Es democracia, caray. Todo te tengo que explicar. Si cada uno hace lo que quiere viviríamos en una anarquía. El problema actual es que un grupo minoritario quiere decirle a la mayoría lo que es correcto o no. Y logran con la llamada corrección política crear disputas ideológicas absurdas. Ciertos aspectos de la realidad deben llamarse tal como se ven o son. Deconstruir aquello establecido genera confusión. Suena lindo hablar sobre la libertad de la gente a decir y ser quien quiere, pero el problema es que después entraremos en una etapa de caos. Ahora mismo ya no se puede hablar de cierta manera porque no sabemos si estamos ofendiendo a alguien. Terminaremos con serios problemas de comunicación y peor aún, de interacción.
Y: ¿De qué hablan?
X: A Z no le gusta que se use la palabra “todes”.
Y: A mi tampoco me gusta pero no es mi rollo. Que hablen como quieran pero que no me obliguen a cambiar mi forma de expresarme.
Z: Yo también digo lo mismo.
X: Nadie obliga a nadie. Si estos nuevos conceptos logran tener arraigo en la sociedad es porque algo nos quiere decir de la gente. Y si es así, no quedará otra que aceptarlo. Ni te darás cuenta que comenzarás a usar el “todes”, ja, ja.
Z: Espero que no sea así. Ya tengo suficiente con los problemas reales cotidianos para preocuparme por que me cambien las reglas a ultimo momento. Bueno, amigos. Me voy. Nos vemos.
Y: Muy apasionado está Z.
X: Cada vez está más conservador.
Y: Quizás sienta los pasos de la nueva era, ja,ja.
X: No comprendo.
Y: Tú y yo somos ya personas maduras. Hemos sido criados con una serie de ideas que están siendo puestas en cuestión. Nos cuesta no caer en lo políticamente incorrecto. Cuántas veces hemos tenido que replantear las ideas para no ofender a no sabemos quién. ¿Por qué pasa eso? Porque los paradigmas en los que sostenemos sus ideas son viejos. Si fuéramos un edificio de un viejo banco, tendríamos las bases de piedra. Antes, estas instituciones querían proyectar seguridad, que vieras en su infraestructura lo sólidas que era para que tengas la certeza que tu dinero estará seguro. Ahora ya nadie quiere eso, el dinero es casi virtual. Un banco debe ser ágil o representar eso. Estar listo para cambiar porque los mercados son volubles. Un edificio enorme de paredes anchas y techos altos, ya no inspira esa frescura. No es raro ver esos edificios convertidos en supermercados o tienda por departamentos. Lo que quiero decirte es que así también son las bases de nuestras viejas ideas. La única forma de hacerlas desaparecer, es que se vengan abajo y con ello, todas las ideas construidas en base a eso. Es por eso que Z sufre. Arriba, desde su edificio ideológico están sostenidas las ideas de progreso, familia, desarrollo, democracia y hasta igualdad. Mientras más alto sea esta construcción será más complicado ver lo que está sucediendo en el llano.
X: Lo comprendo, pero ¿qué nos quedaría?, ¿deconstruirnos?
Y: ¿Para qué? Somos dinosaurios. Así queramos, movernos en estos tiempos es cada vez más complicados. Los nuevos individuos que se están formando hoy, ya nos ven como armatostes pesados que intentan caminar lentamente para no pisarlos. Cada vez seremos menos. Nosotros hemos sido esa juventud indómita. Como caballos desbocados alzamos las banderas de causas que ahora ya están casi sobre entendidas o que nunca se llegaron a resolver. Algunos de nuestros problemas quedaron irresueltos porque la sociedad cambió tanto que las generaciones siguientes ni siquiera lo sufrieron. Un ejemplo es vivir en una dictadura. Se luchó por salir de ella y con las consecuencias a la vista, los otros jóvenes se formaron encima de estas sufriendo los problemas que no pudimos resolver.
»Amigo, la gente más conservadora es la que no puede ver eso. Su edificio ideológico está encima de las nubes y no puede ver aquello que cambia. Son los más torpes, los que no pueden entender nada de lo que está sucediendo.
X: ¿Somos esos?
Y: No creo que lo seas. Pero tampoco estamos lejos. Nos seguimos riendo de las bromas de mongolitos, del hombre amanerado que se viste de mujer, del provinciano que habla con dejo, del negro al que le dicen ratero, de los defectos físicos de las personas y así muchos ejemplos. Los que vienen no entenderán qué de gracioso hay en eso. Y por eso les decimos “la generación de cristal”. Daremos pelea, estimado.
X: Yo acepto esos cambios, en parte.
Y: Esa es la expresión, “en parte”. Ahora lo quieren todo. No hay medias tintas. Solo nos queda elegir cómo nos iremos de este mundo, aceptando los cambios de manera resignada o vociferando nuestra disconformidad. Como diría Julio Ramón Ribeyro: “Nos hundiremos como una barcaza podrida en el medio del pantano o como un trasatlántico, en el medio del rugir del océano, con el ulular de las sirenas y todas las luces prendidas”.
X: Quisiera ser el segundo.
Y: No lo haremos. De ser así, terminaríamos haciendo daño y eso no es políticamente correcto.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.