Carlos E. Luján Andrade

Y: La realidad se vuelve más incomprensible conforme uno se entera de ciertas cosas.
X: ¿De qué te has enterado?
Y: Acerca de la gente que muere por retos que se plantean en las redes. Esos supuestos desafíos que un grupo hace y se graba para subirlo a la Internet.
X: Sí, he visto algo de eso. Es extraño que se necesite hacer esas tonterías para obtener algo de reconocimiento. Peor aún, considerar ser famoso haciendo alguna estupidez.
Y: Dos ideas se me ocurren con respecto a eso: la primera sobre si alguien con un criterio tan pobre para aceptar retos de ese tipo tiene el “privilegio” de continuar la especie, y el segundo, y en esto es más relativo el asunto, si la gente sabe que tal vez solo tenga una oportunidad de destacar a nivel masivo en la vida y elige hacerlo con una gran tontería.
X: No seas radical. Por ejemplo, un reto fue el tragarse pimienta negra o canela. La mayoría sufrió casos severos de asfixia y solo unos pocos murieron. Los que se tomaron selfies cerca de precipicios o cualquier otro lugar peligroso. A casi todos no les pasó nada, aunque sabemos de la pareja de esposos que cayeron al vacío ante los ojos de sus hijos pequeños. No fue un reto, pero deseaban subir esas imágenes a las redes y es casi lo mismo. Hubo un muchacho que hacía parkour con miles de seguidores en la red social hasta que resbaló de un rascacielos. Hay varios casos así, pero hay muchísimos más que sobreviven.
Y: Es comprensible. Por eso este mundo está lleno de estúpidos. Sobreviven a pesar de tomar decisiones tontas. Hacen creer que quizás vivir no es tan difícil como los existencialistas nos querían hacer creer.
X: Sigue siendo difícil para los otros que tienen que vivir rodeado de imbéciles. El ser humano tiene una tendencia hacia la estupidez. Es el precio por nuestra inteligencia. El libre albedrío nos da la alternativa de elegir entre lo sabio y lo tonto. Y si tomamos en cuenta que lo primero es lo más complejo y de poca satisfacción, entonces se opta por lo fácil, lo placentero. El consumismo está destinado a estimular el goce. Es ahí donde está la ganancia.
Y: A ese punto también deseaba llegar. La tecnología y el entretenimiento están destinados a un público relativamente joven porque este es más impulsivo en temas de consumo. Sea el que sea. Los jóvenes se ríen al ver en las redes sociales a otros arriesgar sus vidas haciendo estupideces. Esas vistas generan ingresos a los “dueños” de la Internet o a los que les siguen el juego creando contenido relacionado. Mientras que el individuo maduro le horroriza y critica, pero que a pesar que su voz es repetida por otros, ya que nos encanta ser la policía moral, en el fondo nos seguimos riendo de la idiotez ajena. El negocio no solo está en enaltecer el mundo joven con todos sus excesos, sino hacer sentir culpable al ser humano ya mayor de entrar en la madurez.
X: Aunque presiento que hablas como si hubiera un “alguien”, una voluntad que nos quiere controlar para que hagamos lo que a ellos les plazca. Lo veo muy “conspiranoico” esa forma de argumentar. Lo que vemos es un acuerdo general. La humanidad misma ha decidido actuar de esa forma. Nada se expande si hay debida contención, sin embargo, parece que pocos la tienen. A pesar de tener toda la información, de los riesgos de repetir esos retos virales, igual se hace, igual son los que tienen más vistas. Hasta podría afirmar que estamos creando un mundo estúpido para que los estúpidos puedan sobrevivir. Quién sabe si en un ejercicio alucinado de la mente podemos hacer viajar a un individuo contemporáneo en el tiempo y pedirle que sobreviva en un siglo pasado. No creo que dure mucho. Sería casi un inútil. No podría descifrar el movimiento de los astros o de las mareas, quizás ni reconocer entre los arbustos a un depredador.
Y: ¿Vas a negar que existe alguien que controla todo lo que nos rodea? Siempre hay alguien que inicia todo.
X: Pero eso no quiere decir que lo planeado resulte como se desea. ¿Zuckerberg sabía en qué iba a terminar Facebook? Siguiendo sus angustias primarias usó sus habilidades para crear una red social que le ayude a interactuar en un mundo que en realidad repudia. A veces olvidamos que la tecnología que nos rodea está hecha por personas que no quieren o no pueden lidiar con la realidad. Son ermitaños tecnológicos que quieren que todos veamos el mundo como ellos lo ven y que con el disfraz de las “bondades” de la tecnología, lo único que hacen es esconderse de enfrentar la realidad tal como es. Solamente somos “inteligentes” dentro de la Internet. Es lo mismo con los retos virales. Un video de esos genera millones de visitas y, ¿cómo se siente el creador de contenido ante tanta popularidad? Un rey, una estrella de cine, pero si a eso mismo que hace, lo colocas en la realidad sin cámaras y con pocos testigos, solo sería un idiota más.
Y: No estás muy lejos de lo que digo. No todos son listos, no todos conocen lo que sucederá. No obstante, hay pistas en qué derivarán las cosas. Al final, el resultado es lo que importa, lo que pase en el medio no interesa tanto. Saben que es difícil mantener el control del comportamiento humano, aunque se puede dirigir un tanto. Eso lo ha hecho la publicidad desde hace décadas.
X: Debo insistir en que así exista un plan, este no es único. Lo que vemos actualmente es una improvisación constante. Cada paso que se da, cada tontería en la que resulta una estrategia anterior, se intenta encauzar en algo útil a los fines capitalistas.
Y: Volviendo a lo que te mencioné antes. Consideraba una segunda idea. Cada vez soy consciente que no todos los individuos tienen un espíritu de trascendencia. Llegar a destacar entre tanta gente cada vez se hace más difícil, a pesar de que la Internet te hace creer lo contrario. Es por eso que se elige algo simple, llamativo y se intenta resaltar practicándolo como invoque más atención. Entre más absurdo, más popular es. La gente sabe que siempre se puede ser más estúpido y se esfuerzan por comprobarlo. El problema es que no siempre se puede ser estúpido. Solo es una vez.
X: No entiendo.
Y: Consideramos que el individuo es inteligente, que jamás podría actuar en contra su integridad moral, mental o física. Aceptamos que deseamos ser considerados individuos racionales y respetables. Es lo más elemental que nos enseñan sobre el otro. Sin embargo, al ver a alguien hacer algo ridículo, esa idea se desvanece. En la sorpresa al no ver esa necesidad de ser tomado en serio se encuentra nuestra atención inicial, la que llena de vistas un video de la Internet. Pero cuando ya somos conscientes que quien hace eso es alguien que no valora ciertas “formas”, entonces solo se convierte en otro tonto más. Consiguió su fama, pero como se diría coloquialmente “quemó sus naves”. Ya no tendrá otra oportunidad de trascendencia porque optó por algo fácil, el ridículo.
X: Los seres humanos somos más simples de lo que pensamos. Hoy, con las redes, estamos viendo el espíritu común del hombre. Vemos la medianía de nuestro espíritu en todo su esplendor. Antes, para saber lo que era un ser humano, teníamos que ver sus hazañas contadas en paredes, papiros y libros de historia. Durante años hemos vivido en la mentira que eso que aparecía en esos testimonios estaba la esencia del ser humano, pero con lo que vemos en las redes, nos damos cuenta que estábamos equivocados. Cada vez comprendemos que los grandes hombres lo fueron porque lograron sus hazañas a pesar de la estupidez de quienes le rodeaban. Eso es algo que los antiguos escribas lo han sabido pero que creyeron que no valía la pena dejar testimonio de ello. La tinta y el papel no eran gratis.
Y: Sin embargo, no voy a negar que ver a alguien atorarse a voluntad tiene algo de gracioso.
X: Es que: “homo sum, humani nihil a me alienum puto”.
Y: ¡Cómo!
X: “Soy un hombre, nada humano me es ajeno». Lo dijo el romano Terencio.
Y: Ah ya.