Ítalo Costa Gómez

Este año ha sido un 50 – 50 para mí. Un ‘fifti-fifti’. Un ‘japanajá’. La mitad ha sido inmensamente positiva y de cambios radicales maravillosos, mientras que la otra mitad ha estado llena de retos muy complicados que he tenido que saber sortear y – con paciencia – superar.
He tenido un muy buen año con respecto a mi hogar y mi trabajo. Se tomaron decisiones importantes para hacer cambios que eran muy necesarios para vivir mejor, para equilibrar las cosas de manera en que todo fuera más funcional y que reinara la armonía en la casa y en la chamba. Eso se pudo hacer con amor y esmero. Aprendí a cocinar. Me metí de cabeza. Yo que era un negado para el tema recibí mucho aliento de mi hermano y tomé la decisión de aprender. Poco a poco empecé a hacer platos bien ricos. El seco de pollo me queda buenazo. Algunos los hago solo y otros más complejos con asesoría. Eso me ha hecho muy feliz. La cocina te cambia la vida.
Quizá la tranquilidad de espíritu que he conseguido este año y que se ha impregnado en mí y en mi forma de vivir día con día sea mi mayor éxito del 2022. He sabido alejar energías negativas, he hecho todo lo necesario para blindar mi hogar ante gente mala y he dejado de compartir tiempo y laburo con gente que no me hacía bien. También aprendí a soltar, a dejar ir trabajos y gente que amaba, pero que ya no estaban en sintonía con mi nueva vida; con este nuevo momento de mi existencia. El cerrar ciclos y empezar de nuevo ha sido otro de mis más grandes aprendizajes y logros en éstos doce meses.
Ahora vamos con el otro lado de la moneda.
Lo jodido ha sido más que nada por temas de salud. Si bien a mí siempre me han afectado los cambios de clima, durante este año ya fue demasiado. Se exageró el tema un poquito bastante. A partir de marzo y la llegada del viento frío me sentí muy débil y como permanentemente agripado. Me resfriaba con muchísima facilidad; entonces cuando me iba recuperando era porque tomaba antibióticos que malograban mi estómago y generaban otro sufrimiento. Me tuvo mortificado por días de días. He estado mucho tiempo angustiado y de mal humor por ese motivo. Fueron pasando los meses y cuando ya estaba saliendo de todo eso me contagié con el virus de la influenza. En realidad, mi mamá se contagió primero – pero ella tenía puesta la vacuna, entonces los síntomas fueron leves, fue una gripe fuerte de tres días y ya -. Cuando me contagié yo fue fatal. El dolor corporal que he sentido jamás lo había experimentado, no me dejaba ni ir al refrigerador por un yogurt. Me levantaba tempranito sintiéndome bien, hacía mis cosas y en tres/cuatro horas me iba descomponiendo, las piernas y brazos me dolían horrible y ya me iba a la mierda. Qué importantes son las vacunas. No es que no me quise vacunar, me descuidé y lo pagué bien caro. Hay que vacunarse, mi gente.
Me he ido recuperando poquito a poquito. Con mucha fe en Dios, rezando mucho. Con la ayuda y el cariño inconmensurable de mi hermano bueno al otro lado del charco con el que siempre viviré agradecido; con el amor y engreimientos de mis lectores que me acompañan en cada columna de los lunes en Periódico Irreverentes desde tantos lugares y en cada relato diario en Facebook y Twitter. He vuelto a nacer con el amor infinito y los cuidados de mi mamá. Ella me sostiene y me levanta día con día y también mis amigos maravillosos que nunca me olvidan y pelean con mis constantes desapariciones y mis largos viajes interiores en libros y en escribir y solo escribir. Gracias por nunca darse por vencidos.
Tengo fe en que el 2023 será mucho mejor. Lo decreto como comiendo mis doce uvas debajo de la mesa con mi calzón amarillo.
Tengo el corazón agradecido. Solo tengo motivos para agradecer porque tuve la fuerza de volverme a hacer. De moldear y hacerme un mejor ser humano o al menos intentarlo todo el tiempo. Soy una persona que sabe lo que necesita y encuentra cómo conseguirlo. Me siento bendecido. Ustedes también lo son, gente buena. Ustedes también tienen su historia. Que lo que se nos venga sea saludable, armonioso y lleno de luz.
Este año la balanza entre lo positivo y negativo estuvo exacto en peso. Que se nos vaya inclinando hacia el primer lado con toda la furia.