Helena Garrote Carmena

Fallen Angel-Roberto Ferri (1978)
Al regresar a casa, para acortar camino, atravieso un parque que me lleva en línea recta hasta mi portal. Durante el trayecto, bordeo una zona donde el ayuntamiento ha instalado una serie de barras metálicas con diferentes alturas y formas para el ejercicio basado en soportar el peso del propio cuerpo, lo llaman calistenia. Decenas de muchachos ocupan todas las estructuras. Suben, bajan y crean figuras tensando cada músculo de sus jóvenes cuerpos.
Podría sentarme a mirarlos durante horas. Ellos no lo saben, pero verlos me provoca una profunda añoranza, son mi contemplación de lo efímero. Puedo escuchar en sus jadeos el ruido que hacen los sueños; imaginar bajo su piel la sangre bullendo roja y brillante; joya regalada. En sus voces y sus risas no hay pasado. Brincan y saltan en su círculo de arena como ángeles limpios de culpa.
Cuando llego al cruce, el silencio y la luna ya están en lo alto y yo solo soy algo que ya sucedió.