José Pastor González

aquel verano trabajaba en un restaurante
donde unos clientes asiduos
[una pareja: ella siempre feliz con una sonrisa azul amable en el rostro, el siempre con una estrella roja de cinco puntas en la camiseta o en la gorra o en la cartera]
sugirieron amablemente al cabrón de mi jefe
la eliminación o cambio
de los carteles que diferenciaban los servicios de mujeres y hombres
por considerarlos machistas-sexistas-de-mal gusto
[“y la sugerencia puede pasar a queja o reclamación dependiendo de la atención y de la respuesta” manifestaron amablemente en sus redes sociales]
a mi me pareció muy bien
a mi aquella pareja me caía amablemente bien
aunque eran los típicos clientes que nunca pedían la bebida a la vez.
aquella sugerencia-reclamación-queja
quedo en nada
pasó el verano y cada uno volvió a sus quehaceres
pero si me gustaría decirle a esa amable pareja
que el cabrón de mi jefe siempre estuvo por el principio de igualdad de la mujer y el hombre
y en aquella empresa todas y todos en igualdad
trabajábamos doce horas cobrábamos ocho y cotizábamos cuatro
y que nunca les escuche ninguna sugerencia-reclamación-queja al respecto