CALABAZAS EN EL TRASTERO (6): BOSQUES, VV.AA.

Francisco José Segovia Ramos





Dentro de su colección Calabazas en el Trastero, la editorial Saco de Huesos tiene un número dedicado a los Bosques, del que vamos a hablar en esta reseña.

En esta antología que reúne, como siempre, trece relatos de autores y autoras de habla hispana, nos encontramos al inicio con un prólogo de Sergio Mars, que ya nos pone en antecedentes sobre la importancia de los bosques en la literatura fantástica y de terror.

“El ciclo”, de Carlos Pérez Jara, cuenta una historia de encuentros en el bosque y de maldiciones que se repiten eternamente. “La máscara de la muerte verde”, de Andrés Abel, toca el tema del bosque como amenaza viviente por sí misma. “La hiedra”, de Inés Mataix, es una trama sobre una mansión rodeada de una sorprendente hiedra que tiene reminiscencias de “El color que surgió del espacio”, de H.P. Lovecraft.

“Aokigahara”, de Ignacio Cid Hermoso, nos traslada al Japón, a su famoso bosque de los suicidios, con lo que ello conlleva. “Dríade”, de Laura Luna Sánchez, es una historia de una relación imposible y, sin embargo, finalizada de una manera dramática. “La naturaleza es cruel”, de Javier Vivancos García, es la historia de una venganza, pero no humana, o, quizá, de la mordaz conciencia que nos hace auto castigarnos.

“Sueño de nieve y barro”, de Marc R. Soto, es un murmullo de anhelos y venganzas de niños que no lo son tanto, y de cómo las cosas se tuercen si es que se han torcido toda la vida. “El secreto”, de Pedro Escudero Zumel, nos lleva a una clásica historia de ceremonias secretas en lo más intrincado del bosque, aunque con un toque erótico encomiable. “Curuxas”, de Iván Boto, es un relato introspectivo que nos va arrastrando para llegar hasta un final inesperado.

“Deconstruyendo a John Doe”, de Juan Ángel Laguna Edroso, tiene un formato periodístico en el que se estudia la vida de un curioso individuo cuya relación con el bosque no deja de ser misteriosa. “La fronda”, de Manuel Mije, lleva al lector a encontrarse con personajes que se implican tanto con el bosque que se convierten uno con él, para lo bueno y para lo malo.

“La sospecha”, de Pilar Alberdi, tiene cierto parecido con La hiedra, de esta misma colección, pero el tema es tratado de diferente manera y con el mismo acierto. “Desventuras en el continuo bosque tiempo”, de Carlos L. Hernando, con el que se cierra la antología, es una curiosa y vibrante mezcla entre los géneros de terror y ciencia ficción que no dejará indiferentes al lector.

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