Miguel Rubio Artiaga

Las doce de la noche
cuando las brujas
y Cenicienta se cruzan.
Unas en sus escobas
la otra montada
En una calabaza con ruedas
usando ratones de yunta.
Van a un aquelarre
de siete enanos perversos
y una madame de piel blanca
encargada de las putas.
Se paraba el tiempo niño
por no enseñar la realidad
dejando clavadas
las dos flechas nómadas
en un círculo infinito
sordas, ciegas y mudas.