José Pastor González

Haciendo auto-stop hacia Granada
me coge una mujer
buen coche
buenas tetas
bonitos ojos
buena música
buena conversación
y deja fumar en el coche
parece compañía agradable.
Insiste en invitarme a cenar
dejamos la autovía
y vamos a parar a un chiringuito solitario junto al mar
bonito sitio: el mar, las palmeras, el atardecer, no demasiada gente
aunque a primera vista el chiringuito en general deja mucho que desear
hace tiempo que quedó apartado del circuito turístico
y la dejadez parece subirse por sus paredes.
A pesar del atardecer y la compañía
no parece un buen lugar para parar a comer
el vino blanco pésimo
el vino tinto peleón
las cervezas calientes
las tapas recalentadas al microondas incomibles
la fritura de pescado mala escasa y cara
los chupitos hirviendo.
Esperabas algo más
algo más del bar
algo más de mí
algo más de la vida
y te enfadas con todo
contigo conmigo con el camarero
y te lanzas
con rabia
con odio
con malas palabras
de malas formas
contra todo
el bar el camarero la cocinera la comida las mesas las mosquitos el mar la luna
como si el mundo te debiera algo
tal vez te lo deba, no lo sé.
Me bebo el chupito
el mío y el tuyo
y vuelvo a la carretera
sin odio
sin esperar nada
sin expectativas
yo tampoco podría haberte dado nada mejor