Miguel Rubio Artiaga

No me gustan las banderas,
da igual los colores
en todas hay algo
como manchones
de sangre.
No me gusta su olor a mentira
ni su cártel de salvapatrias
el honor que representan
es una afrenta al hambre.
No me gustan las armas
ni los que las fabrican
ni los que las venden.
Las banderas las bendicen
y se ocultan tras ellas
entre bancos y uniformes
los mas santos intereses.
Cambian juventud
por medallas de muerte.
No creo en las fronteras
y sus líneas trazadas
como alambradas.
Mi patria verdadera
es el lugar donde sea
que me encuentre
como en mi casa.
Donde mi gorra viajera
tenga su percha propia.
No me gustan los uniformes
ni los estandartes
ni los que juegan a la guerra
con barquitos y tanques.
No me gusta como suena
lo de daños colaterales
y notas de estados mayores.
Me pongo de la rabia
cuando veo a niños
tirando piedras
a monstruos de hierro
depredadores.
No me gustan las banderas
porque esconden religiones
y se escudan en dioses
para justificar sus ideas.
Porque no salieron del mar
ni brotaron de la tierra
las inventaron unos hombres
para proteger sus riquezas
y sus oropeles
utilizando para ello
a otros hombres.