Miguel Rubio Artiaga

Las ciudades no son naturales
no nacimos para ser hormigas
ni termitas, ni abejas.
No somos corderos
que viven en su propio matadero.
Yo que nací en una urbe mediana
y escapé pronto y muy lejos,
ahora miro las ventanas
he dejado de pensar en vivos
y ahora veo nichos donde viven muertos.
En las ciudades
los olores se mezclan
pero su esencia nuclear
es perfume de vertedero,
aroma de alcantarilla
con sus tapones redondos
de hierro abiertos.
Todos los ruidos forman un coro
que de tanto unirse en el aire
acaba siendo uno solo,
agresivo, incesable, pendenciero
como si sus intenciones
quisieran matar el silencio.
La Ciudad huele a soledad
lo mismito que un cementerio.
Cuanto más se semeja hoy que la libertad se nos ha negado. Solo hierro y cemento, el verde se extiendo libre y frondoso, como si se burlara de nosotros. Felicidades Miguel!!