Fractura

Lucas Berruezo

 

 

 

 

 

Lo que podrán leer a continuación es una transcripción del video que grabó en su casa Claudia Martínez con su Nikon D3400, el 20 de marzo, durante el aislamiento decretado por el Gobierno a raíz de la emergencia generada por el COVID-19. Sólo se oye la voz de Claudia. Las imágenes, temblorosas e inestables, muestran un ángulo del piso.

***

(Se escuchan quejidos, una respiración entrecortada y un llanto que, es evidente, trata de ser contenido.)

Soy una tarada. Una pelotuda. Estaba aburrida en esta cuarentena de mierda. No sabía qué hacer, así que hice una boludez. Vivo en una casa chica, al final de un pasillo, en realidad una entrada para autos, que tiene otras casas al costado antes de llegar a la mía, que es la última. La de al lado está en venta, vacía. A lo mejor por eso nadie me escuchó, a pesar de haber gritado un montón. Ya no puedo gritar más. Se me cierra el pecho y la garganta. Apenas puedo hablar, y cada vez que lo hago el cuerpo me quema…

Pero tengo que hablar. Tengo que hacer algo…

Mi casa es chica. Más que una casa es un departamento. Apenas tengo un living comedor que está unido a la cocina, un baño chiquito que no tiene bañera y una habitación. Nada más.

Me duele tanto…

(El llanto se acelera. A Claudia le toma unos segundos controlarlo.)

Me duele…

Mi habitación no está abajo. Es un entrepiso, al que se llega por medio de una escalera de madera, con baranda. Estaba aburrida. No quería salir. No por buena ciudadana, sino por miedo a contagiarme. Me da miedo este virus. O me daba. Ya no me importa. Ahora saldría, iría al hospital y besaría a los enfermos, cualquier cosa con tal de que alguien termine con este dolor. Me duele mucho. Nunca nada me dolió así.

Quise filmarme bajando las escaleras sentada en la baranda, como hace Bart Simpson. Puse el celular en el trípode y lo acomodé arriba, para que desde ahí grabara cómo bajaba. La idea era hacer varias tomas. Esa de arriba y otras de abajo. Después iba a subir el video a Tik Tok. Es lo que hacen todos, grabarse en la cuarentena para después subirlo. Pero cuando estaba bajando me caí. La cola se me resbaló y caí en las escaleras y, de ahí, rodé hasta el piso. Creo que me quebré. Bah, no creo, estoy segura. La pierna me la recontra quebré. Está en una posición imposible, doblada en la mitad de la pantorrilla. Pero creo que también me quebré la cadera, o me la golpeé lo suficiente como para que me duela horrores y no me deje mover.

(Un quejido, seguido de algo parecido a una risa.)

Soy tan boluda. No me puedo mover. Para nada. Cada vez que lo intento el dolor me paraliza. No sé qué hacer. Apenas me pude arrastrar hasta llegar a la mesa vestida, en la que había dejado la cámara. Ni en sueños podría subir las escaleras para agarrar el celular. La puerta de entrada está a varios metros, muchos. Y, aunque llegue, las llaves están colgadas en la pared, en un recuerdo que traje del sur. Las escobas o cualquier cosa larga que podría usar para descolgarlas están afuera, en un armario chiquito. No tengo manera, estoy acá sola. Vivo sola. En tiempos normales alguien vendría a visitarme, alguna amiga. Cada tanto alguien siempre venía, pero ahora, con la cuarentena…

(El video se corta. Luego se reanuda.)

No aguanto más.

(Llanto y quejidos.)

Me duele mucho y no me para de doler. Creo que por un momento me desmayé. No sé. Creo que también me hice encima…

(Más llanto.)

Quiero que venga alguien. No sé cuánto tiempo pasó, pero no me deja de doler. Afuera todavía es de día. ¿Cómo puede ser que nadie me haya escuchado, si afuera no hay ruidos? Nada de ruidos, salvo un helicóptero que pasa cada tanto…

(Más llanto.)

Qué boluda… No me puedo morir por esta boludez.

(Más llanto.)

No puedo. Si no viene alguien me voy a morir. Me voy a morir. No me quiero morir.

(Se escucha una tos, ruido a mocos y una serie de «Ays» entrecortados.)

No voy a morir. No. Lo voy a intentar. Lo voy a lograr. Voy a agarrar el celular. Voy a llamar a emergencias, a mis amigas, a todos. Voy a vivir.

***

El video se interrumpe en este punto. Como se dijo antes, la grabación se realizó el 20 de marzo. El cuerpo sin vida de Claudia Martínez fue descubierto el 23, cuando una de sus amigas, extrañada por no recibir noticias en varios días, llamó a la policía. Dos oficiales, al no ser atendidos en el domicilio, forzaron la cerradura y entraron. Lo que encontraron los dejó atónitos: la mujer yacía sobre un gran charco de sangre, a mitad de la escalera que conducía a la habitación. Su pierna derecha estaba fracturada y su boca mostraba rastros de sangre y de carne. Sus antebrazos, blancos en los pocos lugares donde quedaba piel, se hallaban destrozados, con heridas que dejaban ver el hueso y lo que quedaba de las venas. Cuando se le preguntó a la amiga por qué no había llamado antes, ella simplemente respondió: «Porque no se me había ocurrido».

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