Helena Garrote Carmena
El jefe apareció en el departamento, cabizbajo. Nos pidió un momento de atención. De pie, con los brazos atrás y después de un «no sé si lo sabréis», nos dijo que Jesús Guzmán, del servicio técnico, se había suicidado.
Se hizo el silencio y poco a poco, tímidamente, los compañeros empezaron a preguntar, ¿cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? Las primeras preguntas tenían respuesta, y el jefe, a petición, iba incluyendo detalles macabros, intentando que no pareciesen macabros, una cuerda, un árbol, una nota.
Una vez informados y compuesta la escena en cada una de nuestras cabezas, y no habiendo más preguntas, nos dijo: «Bueno, ya lo sabéis. Se hará una colecta para enviar a la familia una corona de flores», y se marchó apresurado y cabizbajo.
Volvimos a nuestras mesas y todos empezamos a ver a Jesús Guzmán, en algún pasillo, cerca de la máquina de café, o reparando algún equipo. Luego veíamos la cuerda, el árbol y la nota. Y así durante un rato.