Miguel Rubio Artiaga

Abro el puño y caen las piedras
como una lluvia sólida
de gaviotas muertas
al clavarse en el mar.
Nunca he llevado anillos
y los dedos desnudos,
por primera vez
sienten vergüenza.
Ya han olvidado
en el vacío del tiempo
y la soledad arrullada,
como se tiende la mano.
¡Este ha sido mi último embate!
¡Hasta Don Quijote
se retiró a descansar!
Abro el puño y libero palomas
de todos los colores.
Burbujas que flotando
cojan las riendas de las nubes
y les hagan trotar al paso
como etéreas amazonas.
Me lavaré las manos
buscando el olvido
y me las volveré a lavar,
hasta que no quede rastro,
ni el mínimo olor a memoria
de tiempos yunteros y vividos.
Abro el puño y surgen versos
hartos de tanta rabia,
de tanto querer y no poder,
de tanto dolor y amargura.
¡Cuánta tristeza acumulada!
Se los regalo al viento
quizá a alguien le interesen
en su nómada aventura pertinaz.
Yo, escribiré todos nuevos,
libres de recuerdos,
sin ancla, sin derrota, sin crucifijo,
con una voz nueva , sin arena
en la gargantadel desierto.
Abro el puño y vuelvo a nacer,
seré un viejo perro a la sombra,
un lagarto gastando Sol.
Adoptaré la postura
de un olivo lleno se siglos.
Seré montaña, río, silencio,
tierra, guijarro, adelfa, retama.
Tronco de chimenea,
sombra en la espesura.
Abro el puño y sabiendo
que también moriría yo,
con una sonrisa resignada,
recojo de nuevo las piedras
y lo vuelvo a cerrar, bien prieto.

Reblogueó esto en kabalcantyy comentado:
Poema enorme, amigo Miguel. Un abrazo