Carla Demark
Resbalo en medio del vendaval,
la furia de la calle me golpea la espalda.
El frío endurece mi piel
y carcome la movilidad de este cuerpo.
Paralizada, cara a cara con el cielo gris,
pienso si es que acaso estoy muriendo.
Un nubarrón claroscuro chorrea,
la catarata me trae a la vida, y entiendo
que soy una mancha blanquecina en el cemento
que soy sólo blanco sobre negro.
El agua en mi garganta, los gritos y el silencio.
Ahogada en manantiales,
estancada en el pavimento.
Caí sobre la roca del no vivir,
caí sobre el terreno del desconsuelo.
No hay calle ni vendaval:
soy sólo yo
agonizando de miedo.
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