Máximo Franklin

Hay una imagen que se cree verdadera
La veo repitiendo un ayer
¡Ay, si pudiera adentrarme en los espejos!
No proyectan las tardes inmóviles
Él busca la cara sin la lágrima
Huyendo de dioses y de horas adversas
¿No te cansas nunca de repetirme?
Enamorado, jadeante
Tan triste, tan venturoso
Tan audaz, tan distraído
Me dejas que delire entre Musas
Y allí cierro los ojos
Y allí la fiebre arde en mis labios
Más voraz que el tigre de Blake
Miré con atisbo tu plateado borde de árbol
¿Podrás ver, una a una, flores marchitarse?
¿Podrás ser en el alba eternamente fijo?
Sólo tú refulges en la umbría
¿Qué curiosa felicidad he visto?
El agua de la luna borrará esa terca duplicación
¿Qué fue de tantos destellos y las caras de perfil?
Sé que hay algo del otro lado
Vuelvo a mirar
Ya por última vez
¿Dónde está aquel niño que indagaba ese arquetipo?
No lo veo. No estoy loco
Aquí estamos los dos… Nadie nos ve. Nadie nos oye
Acaso sospechando que pueden ser actos voluntarios de la mente
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