De amor y sombra

Juan Alberto Campoy

Paciencia

Te queremos como a una igual,

pero con nosotros no vendrás.

Existe cierto problema, cierta cuestión legal:

no eres española, nada personal.

 

Cuando eso oyó la hermana Paciencia, contagiada del virus mortal,

fue a despedirse del padre Miguel, a quien ayudaba en el hospital.

 

Él sería atendido en España, para su vida salvar.

Ella se quedaría en Liberia, la muerte a esperar.

 

La medicina, finalmente, no pudo al buen padre curar.

La enfermera, que quedó en manos de Dios, se curó por Su voluntad.

 

La sangre de Paciencia se convirtió en el remedio más eficaz.

Y la buena enfermera viajó a España, en un acto de generosidad.

Aquí fue recibida con honores, halagos y todo lo demás.

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