PÁJAROS PERDIDOS (II)

Rabindranath Tagore






108

¡QUÉ vergüenza la de Dios cuando los prósperos se jactan de su especial beneficio!


109

SI echo mi misma sombra en mi camino, es porque hay una lámpara en mí que no ha sido encendida.


110

EL hombre se entra en la multitud por ahogar el clamor de su propio silencio.


111

LO que termina agotándose no es más que muerte; el finalizar perfecto está en lo infinito.


112

LAS nubes se atavían de magnificencia. El sol no tiene más que una sencilla túnica de luz.


113

GRITOS de niños son los montes, que levantan sus brazos porque quieren estrellas.


114

SE quiere bullicioso el camino, porque no se le ama.


115

¡CÓMO se ríen del poder, jactancioso de maldades, las hojas amarillas que se caen y las nubes que se van!


116

HOY me está cantando la tierra en el sol, como una mujer en su rueca. ¡No sé qué baladas viejas son, en no sé qué lengua olvidada!


117

LA brizna de yerba es digna del vasto mundo en donde crece.


118

EL ensueño es una mujer que va a hablar. El sueño, es un marido que sufre silencioso.


119

CUANDO el día cae, la noche lo besa y le dice al oído: «Soy tu madre la muerte, y te he de dar nueva vida».


120

NOCHE oscura; tu belleza es en mí como la de la mujer amada cuando ha apagado la lámpara.


121

YO llevo en mi mundo en flor los mundos todos que fracasaron.


122

CUANDO escucho las olas de esta playa, amigo, siento el silencio de tu hondo pensamiento, en aquellos anocheceres sin fin.


123

EL pájaro cree que es bueno para el pez darle un paseíto por el aire.


124

TÚ me mandas cartas de amor en la luna, dijo la noche al sol. Mis lágrimas te responden en la yerba.


125

EL grande nace niño; y cuando muere, le da su niñez grande al mundo.


126

NO es el martillo el que deja perfectos los guijarros, sino el agua con su danza y su canción.


127

LA abeja chupa su miel a la flor y se va zumbando: Gracias. La mariposa májica sabe bien que la flor le debe gracias a ella.


128

ES fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad.


129

LO posible pregunta a lo imposible: «¿Dónde vives tú?». «En los sueños de los que no pueden», dice una respuesta.


130

SI cierras la puerta a todos los errores, dejarás fuera la verdad.


131

TRAS la tristeza de mi corazón, hay suspiros y rumores; ¡pero yo no puedo comprenderlos!


132

LA actividad del ocio es trabajo, y el mar en calma palpita todo de olas.


133

LA hoja, cuando ama, se hace flor. La flor se hace fruto cuando adora.


134

LA raíz escondida no pide premio alguno por llenar de frutos las ramas.


135

LLUVIOSO anochecer, ¡cómo tu viento inquieto, meciendo las ramas, me hace meditar en la grandeza de todas las cosas!


136

LA tormenta de medianoche es como un niño jigante que se ha despertado de pronto en lo oscuro, y se ha puesto a jugar y a gritar.


137

¡EN vano levantas tus olas detrás de tu amante, mar, novia solitaria del huracán!


138

«¡QUÉ vergüenza ser tan vana!», dijo la palabra a la obra. Y la obra a la palabra: «¡Cuando te veo, comprendo lo pobre que soy!».


139

EL tiempo es el tesoro de la mudanza, pero la parodia del reló lo hace sólo cambio sin riqueza.


140

EL vestido de los hechos aprieta demasiado a la verdad. ¡Cuánto más holgada está vestida de ficciones!


141

CUANDO yo iba y venía, sin irme, ¡qué cansancio me dabas, camino! Pero ahora que me llevas a todas partes, somos como dos enamorados.


142

¡DÉJAME que crea que una de esas estrellas guía, mi vida por el misterio oscuro!


143

MUJER, cuando, tocaste mi vida con la gracia de tus dedos, el orden surjió en mí, como la música.


144

UNA voz triste, que tiene su nido en las ruinas de los años, me canta de noche: «Te amé».


145

NO temo al fuego vivo, que me avisa con su llama; ¡pero líbrame tú de la brasa moribunda que esconde la ceniza!


146

TENGO encendidas mis estrellas en el cielo, y ¡ay de la lamparita apagada de mi casa!


147

PUES que se prende en ti el polvo de las palabras muertas, lava tu alma en el silencio.


148

¡CÓMO, por las rajas de la vida resquebrajada, se entra la música triste de la muerte!


149

CON la mañana, el mundo ha abierto su corazón de luz. ¡Corazón mío, ve, con tu amor, en su busca!


150

¡CÓMO rielan mis pensamientos en estas hojas rielantes! Mi corazón, ¡cómo canta en esta luz del sol! ¡Qué alegre está mi vida de flotar así, con todas las cosas, en la oscuridad del tiempo, en el inmenso azul!


151

EL poder infinito de Dios no está en la tormenta, sino en el céfiro.


152

ESTO no es más que un sueño, en el que está todo desatado y todo oprime. ¡Cuando despierte yo y sea libre, lo encontraré unido en ti!


153

EL sol poniente preguntó: «¿No hay quién pueda relevarme?». «Se hará lo que se pueda, Maestro», dijo la lámpara de barro.


154

NO porque arranques sus hojas a la flor, cojerás su hermosura.


155

EL silencio lleva en sí tu voz, como el nido la música de sus pájaros dormidos.


156

LO más grande va sin reparo con lo más pequeño. Lo mediocre, va solo.


157

LA noche abre en secreto las flores, y deja al día que se lleve el agradecimiento.


158

EL poder cree que las convulsiones de sus víctimas son de ingratitud.


159

EN el regocijo de la plenitud, podemos separarnos de nuestros frutos con alegría.


160

LAS gotas de lluvia besaban a la tierra, y le decían bajito: «Somos tus hijas tristes, madre, que volvemos a ti desde el cielo».


161

LA telaraña parece que coje gotas de rocío, y coje moscas.


162

AMOR, cuando tu mano trae, roja, la lámpara del dolor, ¡qué bien te veo la cara, y cómo comprendo que eres la felicidad!


163

«DICEN los sabios que un día os apagaréis», gritó el gusano de luz a las estrellas. Las estrellas no respondieron.


164

NO sé qué pájaro del alba torna todos los anocheceres al nido de mi silencio.


165

VAN los pensamientos por mi mente, como bandadas de pájaros por el cielo. ¡Qué bien oigo sus alas!


166

EL canal se complace pensando que los ríos no existen sino para traerle agua.


167

EL mundo dolorido me besa el alma y quiere luego, que le devuelva su dolor en canciones.


168

¿QUÉ es esto que así me aprieta el pecho? ¿Mi alma que quiere salir a lo infinito, o el alma del mundo, que quiere entrar en mi corazón?


169

EL pensamiento se come sus propias palabras, y así crece.


170

SUMERJÍ el cáliz de mi corazón en esta hora de paz, y lo he levantado lleno de amor.


171

TIENES quehacer o no lo tienes. Cuando necesitas decir: «Tendré que hacer algo», comienza el mal.


172

ESTABA sonrojado el jirasol de tener por pariente a no sé qué flor sin nombre. Y el sol salió y le sonreía: «¿Qué tal, corazón mío?».


173

—¿QUIÉN eres tú, que me hostigas como el Destino?
—Tú mismo, montado sobre tu espalda.


174

LAS nubes se esconden tras los montes lejanos y llenan de agua las campanillas del río.


175

MIENTRAS voy caminando, se me derrama el agua de mi cántaro. ¡Qué poca me queda para mi casa!


176

EL agua chispea en la tinaja y está oscura en el mar. La verdad pequeñita tiene palabras de luz; la grande, es toda silencio.


177

TU sonrisa era la flor de tu campo; tu palabra, el rumor del pinar de tu montaña; pero tu corazón, mujer, era la tú de cada día.


178

A mis amados les dejo las cosas pequeñas; las cosas grandes son para todos.


179

MUJER, tú rodeas el corazón del mundo, como el mar a la tierra, con el abismo de tus lágrimas.


180

LA luz del sol me saluda sonriendo. La lluvia, su hermana triste, me habla en el corazón.


181

MI flor se deshojó en el día, olvidada; el anochecer la madura, fruto de oro del recuerdo.


182

SOY como, un camino por la noche, que escucha, en silencio, los pasos de sus recuerdos.


183

PARA mi corazón, el cielo del anochecer es como una ventana, y en ella una lámpara encendida, y un esperar tras ella.


184

EL que se ocupa demasiado en hacer el bien, no tiene tiempo de ser bueno.


185

SOY la nube de otoño, ya sin lluvia. Mira mi plenitud en el arrozal maduro.


186

ODIARON y asesinaron, y los bendijeron los hombres. Pero Dios, avergonzado, esconde de prisa su recuerdo con yerba verde.


187

LOS dedos de los pies han dejado de ser dedos de la mano


188

LA sombra va hacia la luz; la ceguera, a la muerte.


189

EL perrito faldero sospecha que todo el universo conspira para cojerle el sitio.


190

¡QUIETO, corazón mío, no levantes polvo; que el mundo encuentre tu camino!


191

EL arco dice bajito a la flecha, al despedirla: «Tu libertad es mía».


192

TU risa, mujer, es la música de la fuente de la vida.


193

UN entendimiento todo lójica es como un cuchillo hoja solo, que quiere la mano de su dueño.


194

DIOS ama la luz de las lamparitas de los hombres más que sus grandes estrellas.


195

ESTE es el mundo de las tormentas locas, domado por la música de la belleza.


196

«MI corazón es joyero de oro de tu beso», dijo la nube de ocaso al sol.


197

TOCANDO, puedes matar; retrayéndote, puedes poseer.


198

CANTO del grillo, golpe de la lluvia; ¡venís a mí, a través de la sombra, como el murmullo de los sueños de mi juventud!


199

«¡HE perdido mi gotita de rocío!», dice la flor al cielo del amanecer, que ha perdido todas sus estrellas.


200

EL leño en llamas, estalla gritando: «¡Mi flor, mi flor, muerte mía!».


201

LA avispa se figura que la colmena de su vecina la abeja es demasiado pequeña. La abeja pide que haga la suya más pequeña todavía.


202

«NO es posible guardar tus ondas», dice, la ribera al río. El río le responde: «¿Me dejas tú guardar tus pisadas en mi corazón?».


203

EL día, con el ruido de esta tierrecilla nuestra, ahoga el silencio de todos los mundos.


204

LA música siente lo infinito en el aire; la pintura, en la tierra. La poesía lo siente en la tierra y en el aire, porque su palabra tiene el sentido que camina y la melodía que vuela.


205

¡QUÉ silencioso el oriente del día ante su sol que se cae en el ocaso!


206

NO te portes mal con tu mundo, no lo indispongas contigo.


207

LA alabanza me avergüenza, porque la mendigo en secreto.


208

¡NO turbéis la paz honda de mi ocio en mi ocio! ¡Dejadme, como la playaanochecida cuando se ha callado el mar!


209

MUCHACHA, tu sencillez muestra tu profunda verdad, como lo azul del lago.


210

NO viene sólo lo mejor, que lo acompaña todo.


211

¡QUÉ suave la mano derecha de Dios, y qué terrible la izquierda!


212

ENTRE árboles estrañeros me cojió mi anochecer, y hablaba en una lengua que no entendieron mis estrellas de la mañana


213

LA oscuridad de la noche es como un saco, que estalla el oro de la aurora.


214

¡CÓMO pinta el deseo los colores del iris en las nieblas de la vida!


215

DIOS espera volver a ganar sus propias flores, regaladas por las manos del hombre.


216

¡CÓMO se burlan de mí mis pensamientos tristes, preguntándome, como máscaras, sus nombres!


217

PRECIOSO es el don de la fruta, dulce el de la flor; pero yo quisiera poder regalar el de la hoja, esa humilde amistad de su sombra.

(Continuará…)

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