Los Necesarios Diálogos de Carlos Luján en la Era Digital

Miguel Ildefonso






Diálogos de EquiseY del escritor Carlos E. Luján Andrade se suma a su libro anterior de ensayos Viaje al infinito (2024) y a El ángel cansado (libro de aforismos y microficción del 2014), en donde el autor navega en los océanos de las ideas, sosteniéndose entre el ejercicio de la reflexión y la coherencia del pensamiento. Remitiéndonos a la tradición, hallamos esa dialéctica intelectual que nos remite a la edad clásica de los diálogos socráticos, a libros pensados estéticamente como Ensayos de Michel de Montaigne, ahondando en los diversos saberes como De la causa, principio y uno de Giordano Bruno, o, más contemporáneo, en la precisión desprejuiciada de Breviario de podredumbre de Emil Cioran, o en la dinámica lúdica de Los dichos de Luder de Julio Ramón Ribeyro.

El prólogo del libro se encarga de advertirnos que estos diálogos entre los dos protagonistas, X e Y, son conversaciones cotidianas, que obedecen a “una necesidad simple y esencial: la de conversar” y “poner en movimiento las ideas”. X e Y son personajes de “una generación marcada por la incertidumbre, la desconfianza hacia los discursos oficiales y una melancolía que no termina de encontrar su causa”. En estos diálogos, nos dice, “no hay solemnidad, pero tampoco frivolidad”; y a su vez “no ofrece soluciones, ni verdades absolutas”. Pero, justamente, en este mundo actual, “saturado de opiniones gritadas y certezas prefabricadas”, el hecho de conversar tal como se desarrolla en Diálogos de EquiseY es, tal vez, un modelo de entendimiento necesario, un camino para hallar eso que nos falta dilucidar en esta época de cambios de paradigmas. Como dice el prólogo, conversar es “una forma de resistir”. ¿Resistir qué? Pues a la dictadura del pensamiento (del poder político, de lo mediático), a la ignorancia, a la intolerancia, al prejuicio, al dogmatismo, al fanatismo, a la alienación, en fin, a todo aquello que, desde otras lecturas, abordan filósofos actuales como Slavoj Zizek o Byung-Chul Han.

Los diálogos están clasificados por temas. Podemos encontrar varios campos temáticos como el psicológico (el suicidio, la intolerancia, la indignación, los sueños y las pesadillas, la confianza, el miedo, etc.), el cultural (la tauromaquia, el odio en las ideas, la involución del ser humano, el fanatismo en el fútbol, la pornografía y la prostitución, el aborto, etc.), el científico (el desconcierto tecnológico, el origen del hombre, la fantasía y la realidad, etc.), el político (qué es ser caviar, lo políticamente correcto, la corrupción, los intelectuales, la política y el poder, etc.), el de las creencias (el ateísmo y la ociosidad, la sana competencia, los límites de la libertad, los raros, etc.) y otros más.

Los diálogos son de ágil lectura, fluyen muy bien, y es que la intención es llegar al lector de hoy, con temas que son actuales, que están en la preocupación de este mundo que no sabe hacia dónde va a ir, que vive en la cresta de la ola tecnológica que parece que nunca cesará. El vértigo es la sensación que hoy se busca, en donde se navega diariamente, vía internet, con lecturas cortas, con tanta información que viene y se va, con tanta frivolidad. Leer, entonces, Diálogos de EquiseY es volver a esa serenidad de la palabra pensada, a asumir la palabra como expresión lúcida del pensamiento.

Aquí un fragmento de la sección “Sobre la involución del ser humano”:


X: Tengo la hipótesis de que los seres humanos hemos ido involucionando con el pasar del tiempo. Que la inteligencia que tanto nos enorgullece y nos hace pensar que estamos sobre los demás seres vivos, es solo una tara evolutiva.
Y: Es absurdo.
X: Piénsalo bien. Cuando observas a las demás especies de seres vivos, ¿no te preguntas cómo ellos se desenvuelven con mucha más naturalidad en su medio ambiente que nosotros? Ellos se integran con armonía en el entorno donde les toca vivir. Si desean comer, buscan alimento, si desean dormir, duermen, si desean reproducirse, lo hacen. No necesitan ropajes para protegerse del clima. Su existencia es absolutamente compatible con lo que este planeta ofrece. El ser humano, en sus inicios, era así. Compartían o competían por la presa en medio de la jungla. Éramos como ellos. La inteligencia, que podríamos definirla como la capacidad de los seres humanos para resolver problemas nuevos, nos hizo cada vez más distanciarnos de la animalidad.
Y: ¿Eso lo consideras una involución?
X: Me estás entendiendo bien. El objetivo de todo ser viviente es sobrevivir, sin embargo, el ser humano de ahora hace lo posible por destruirse a sí mismo. ¿Es eso normal? Nuestra vieja rutina ha sido reemplazada por actividades por las que nuestro cerebro no ha evolucionado. ¿Cómo así le tememos más a una serpiente o insecto que a un vehículo automotor? Es más fácil que un auto nos atropelle a que una serpiente nos muerda. ¿A qué crees que se deba eso? Pues a que por miles de años el cerebro humano se ha desarrollado para enfrentar problemas que la naturaleza le pone en su camino. Esos desafíos son los que nuestra inteligencia busca solucionar de manera primigenia. El instinto de supervivencia nos hace temer más a una serpiente venenosa que a un vehículo.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.