Fernando Morote

Grattacieli e tunnel (1930)-Fortunato Depero
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Un policía y un pintor se filtran de incógnitos en la inauguración de una muestra de arte. El policía va por el vino, el pintor por las mujeres. La gente los mira con recelo. Aunque nadie puede reconocerlos, se sienten juzgados. Sus atuendos no resultan apropiados para la ocasión. Sus cortes de pelo, menos. Sin empacho, pasean la vista por los cuadros que se exhiben en las paredes y los ejemplares que caminan por la sala. Comprobando que no hay futuro para sus respectivas intenciones, renuncian. No aguantan más tiempo el olor a mentira que se respira en todo ello.
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