Estefanía Farias Martínez

Coucher de soleil, ciel orange (1910)-Félix Vallotton
—Que el señor Martínez elaboró una propuesta experimental: construir un cubículo en la sala de descanso para que el empleado pudiera desarrollar una actividad sexual virtual reparadora. De ese modo no tendrían que esconderse ni arriesgarse a una sanción o al despido incluso. Porque, aunque el señor Martínez fuera un hombre moderno, entendía que el comportamiento tanto de la señorita Gómez como del señor González era inapropiado, y en condiciones normales hubieran tenido graves problemas. Yo me encargué de hablar con la señorita Gómez, para que nos asesorara sobre los elementos indispensables que debía contener el cubículo. Y con esa información se elaboró un presupuesto. Una de las claves que convenció al Presidente fue que los gastos necesarios apenas representaban un cinco por ciento del coste de los test de ansiedad. Lo más caro era insonorizar el cubículo, el resto de los elementos se podían reciclar de la propia sala de descanso, además de incorporar un armarito para productos higiénicos y de limpieza, porque cada usuario tenía la obligación de entregar el cubículo en perfecto estado.
—Pero aunque los costes fueran bajos, sigue siendo una propuesta que en un país como éste me cuesta que se aceptara así como así.
—Usted tenga en cuenta que la situación en la que se encontraba la empresa era insoportable. Fue un salto al vacío de presidencia, pero el señor Martínez es un hombre muy sensato y el señor Benítez confiaba en su criterio. Si la idea hubiera sido de otro, le hubiera parecido una locura, pero viniendo del señor Martínez todo cobraba sentido.
—Realmente la idea de Martínez era fantástica, entre otras cosas evitaría problemas de acoso sexual.
—Ese fue otro punto que se tuvo en cuenta. Aunque no estaba muy extendido el fenómeno, algún caso sí hubo. Aún con las ventajas que presentaba, tuvo sus detractores. El primero, la señorita López. Se volvió loca, le parecía una aberración. Y las discusiones fueron terribles, trataba al señor Martínez como si fuera un depravado. Se olvidaba de cuál era su posición en la empresa. Al final dimitió. Pero no todos los problemas se acabaron con la salida de la señorita López.
—Me lo imagino.
—Aunque el señor Martínez contara con la autorización de presidencia, tenía que hacer la propuesta a los empleados. Si el rechazo era total, ni siquiera se iniciaba. Se convocó una reunión de ejecutivos y allí se planteó la oferta de este nuevo servicio en la sala de descanso.
—¿Y cómo reaccionaron?
—De la incredulidad se pasó al entusiasmo de unos y a la desconfianza de otros, despertaba reticencias que la propuesta viniera de dirección. Pero como el uso del servicio era voluntario, al final la votación quedó 10 a 5 y se puso en marcha el proyecto. Han pasado seis meses y los resultados han sido espectaculares. El último test de ansiedad al que se sometió la plantilla lo demuestra, por eso la empresa decidió instalar un segundo cubículo que hoy mismo entra en funcionamiento.
—¿Y se reservan con antelación los cubículos?
—Claro. Si quiere intentarlo, miramos los horarios disponibles.
—Pero aún estoy en el mes de prueba.
—Eso no importa. Tengo un cubículo libre a las cinco, ¿la apunto?
—De acuerdo. Voy a hacer una llamada.
—Sí, señor Benítez, la señorita Menéndez se queda.
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