Fernando Morote

Lampada ad arco (1909)-Giacomo Balla
25
Cada vez que le pasaban el vaso vacío y la botella con el último trago de cerveza, lo invadía una sensación de inminente desgracia. Significaba que era su turno de pagar la siguiente ronda. Esos momentos de compromiso involuntario resultaban insufriblemente embarazosos. Nada de eso se comparaba, sin embargo, con la supuesta obligación de dejar propina para el mozo. Se preguntaba todo el tiempo por qué tenía que someterse, exento de réplica, a estas prácticas convencionales que la gente ejecutaba sin pensar. Perdió muchos amigos a causa de poner su cerebro a procesar.
—


