VIAJE AL CENTRO DEL CUERPO

Carlos E. Luján Andrade

La costa. Collage sobre cartón-Carlos E. Luján Andrade





El personaje singular y disciplinado reencuentra en las imágenes nocturnas del cielo el movimiento ausente de las fotografías, esas láminas que aguardan la vista fija y que proyectan mundos inexistentes en la sinopsis memoriosa, láminas que dan un destino íntimo perteneciente a primitivos sentimientos. Los dos se complementan oníricamente, uno es el reflejo del otro si los expandimos horizontalmente sobre la arena cálida ennegrecida, dejando que entre el universo anónimo y la frágil placa recordatoria se reenvíen mensajes infinitos tragados vorazmente. En estos planetas desconocidos observo la infinidad de lo imposible y verdades ausentes, en estas pasean estrellas fugaces que persigo inagotablemente pero que sobrepasan mi limitada atención, desaparecen a mi presencia porque ellas recorren lo que no veo, prolongando su existencia e ignorando mi sublimación o grosero entendimiento.

Solo me queda lo concebido en vida terrestre, imágenes triviales de formas interestelares atractivas para la sensiblería superflua. Pero hay algo más, una infinidad límpida… Sí, desde mi centrípeto universo, aquí está la perturbada memoria de lo ido.

Inmediatamente la musculatura se cansa, inclinando la mirada para ver la fotografía que complementa esa inhóspita y descomunal nulidad. Aquí veo y me reconozco, adivino en el recuerdo la alegría espasmódica atrapada en un segundo al que le auguro un melancólico desenlace. La farsa impregnada en imágenes ficticias que no atrapan la realidad, fuerza poética engañosa y repetitiva que no comprende que detrás de esa visión prolongada de sus imágenes la verdad desconocida no se desvela. Maniático narcisismo al que no se le encuentra sustancia, pues ahí, dentro de estas formas adivinadas, hay algo detrás, un monstruo corruptor del que no sé nada.

Diviso dentro de estos geométricos vestidos, escaleras, vitrales y abrazos sinceros, un espectro ignorado, la enrarecida consagración de lo infinito del pasado. Por aquí también vuelan estrellas fugaces hacia atrás. En esta observación sigo a las memorias captando hechos que todavía no descifro, pero estas siguen su trayecto sin que pueda detener con mi recuerdo su ocurrencia, puesto que, furtivo, vivían su propio universo, uno que yo desconocía por conformarme con mi cristiana soledad. Espejos extendidos, infinitos de centelleos multiformes donde me pierdo infinitesimalmente.

(En El Comedio del Breñal)

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