LA VIDA EN MICRO (efectos de una averración salbaje) (IV)

Fernando Morote

Trasvolatore (1931)-Gerardo Dottori





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Cuando entra al consultorio ni me mira. Tampoco saluda. No es que yo destaque por ser demasiado comunicativo, pero tengo la excusa de que soy el paciente. Su contextura y actitud encajarían mejor como guardia de penitenciaría o enfermera de manicomio. Manipula mi mandíbula como si fuera un perro rabioso al que trata de envenenar. Según avanza el procedimiento, mis dedos se crispan y mis rodillas saltan. Evito patear al aire para ocultar mi cobardía. En sus ojos no existe un rasgo mínimo de misericordia. Me consuelo riéndome de su bigote. Yo al menos afeito el mío.

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