El lenguaje contra el tiempo : “Quince minutos de receso” de Cayre Alfaro Fonseca

Carlos E. Luján Andrade





El poemario llamado Quince minutos de receso inicialmente puede ser tomado como un cuaderno avanzado de apuntes poéticos. Aunque conforme transcurre la lectura, se descifra una génesis del poema, nos podemos aventurar a decir que es una tesis fundacional de la lírica poética del autor.

La primera parte llamada “Lado A: libro de poemas”, se aprecian las aspiraciones del propio poema: “El poema es una consigna”, “Este poema es el mar de Villa… / El primer verso del poema debería ser:”, “Este poema es un sueño”.

Alfaro Fonseca deja a sus versos libres entre las páginas, como si estos deberían hallar su propio significado y misión. Es un objeto de transacción, un lugar, un espacio lleno de atributos y deberes: “Este poema es un foro / en formato virtual /para la universidad”, “Este poema es bello / La palabra bello aparece dos veces. / Hay un intento de rima interna. / Hay un intento de musicalidad”, “Este poema debe ser un soneto para la reina / De lo contrario, muerte”.

Los poemas vuelven a él, los mide, aprecia y hasta los juzga: “Este poema fue eliminado”.

La parte llamada “Lado B: ¿libro de poemas?”, prosigue con el esquema poético. No obstante, da un salto mayor. Juega con los símbolos y el entorno. Intenta con suerte, poetizar con lógica:

¿El valor de las palabras está en el significante o en el significado?

En la palabra “billete”, por ejemplo, el significante es “billete” y, si el billete es de diez soles. El significado es el objeto rectangular de color verde con la cara de José Quiñones a un lado.

Es el billete de diez soles en físico, para seguir con el ejemplo, el significante es el objeto rectangular de color verde con la cara de José Quiñones a un lado y el significado de diez soles”.

Tímidamente expone un ensayo usando la realidad como plataforma para sus juegos de palabras en las que el mensaje escondido nos indica que toda poesía puede ser lógica:

Los billetes verdaderos no necesitan explicaciones. Lo mismo pasa con las palabras.

Las palabras falsas, supongamos “democracia”, nunca son literales (nadie dice: “La democracia es la democracia”. La literalidad resulta insuficiente [no por su condición abstracta. “Love is love” funciona porque tiene un sentido]. Las palabras falsas siempre necesitan explicaciones o, peor aún, metáforas. La democracia (como las palabras falsas) termina siendo una serie de metáforas interminables que olvidan (diluyen, pierden) al representado y al sentido, que se extravía en zigzag.

La palabra “democracia” es falsa porque no tiene representado ni es una línea recta”.

Sin embargo, el hilo poético se rompe cuando uno piensa que ha hallado un sentido y dirección a las representaciones poéticas. Nos perdemos en las siguientes retadoras imágenes abstractas como en el poema llamado “Escribir una novela en ocho pasos”. Propone figuras dinámicas como la estructura de un videoclip (“Joven de cuarenta años dirige un videoclip), símbolos lingüísticos o la transliteración en “Traducción” y de la red social en el texto llamado “Poema conceptual”.

El poemario finaliza con la sección llamada “Bonus Truck”. Este contiene un poema llamado “Poema largo” y es más que eso. Se podría leer como una muestra dinámica de todo lo ensayado con anterioridad. El ritmo con el que se muestran las figuras e imágenes sin pausas ni respiro, detonan en la lectura galopante esos ejercicios lógicos-poéticos que nos estaba preparando páginas atrás:

¿por qué hablar de poemas y no de poesía?
aunque a los muertos no les guste la respuesta

tal vez te lleve antes por un problema de palabras
el conductor pregunta: ¿por qué hablar

de canciones y no de música?
respondes con otra canción

pero te apagan la radio
es difícil mantener el silencio

el poema terminó hace rato
pero quieres que el poema siga

y entonces estar en una discoteca
no sabes si hay música ni canciones
[…]”

Cayre Alfaro Fonseca con Quince minutos de receso, rompe la teoría literaria y poética. Traspasa con su lírica aquellos caminos parametrados por los que la academia a veces nos obliga a seguir. No la transgrede, usa sus propios elementos, armas y como malabarista lírico intenta darle una forma personal y profunda a una realidad que también se rebalsa.

Una respuesta a “El lenguaje contra el tiempo : “Quince minutos de receso” de Cayre Alfaro Fonseca

  1. Me gustó mucho el libro por la reseña, no lo tengo aún pero intentaré obtenerlo
    Desde México Alma Suárez

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