Miguel Rubio Artiaga

Una varita mágica.
El Mundo por una varita mágica.
Por un hada estelar
una bandolera buena
que robe todo a los ricos
para dárselo a los niños
que aún crean en ella.
No existan más las cunas pobres
ni los ataúdes pequeños y blancos
con un cartelito en la lápida.
¡ Carlitos, Ángel Mío!
Que desaparezcan los pechos secos
drenados por la miseria
aplastados por el hambre
y torturados por la indiferencia.
Una varita de encina
hechizada por los druidas
antes de ser exterminados.
Unas veces de madera
o de sensual y amable seda
pero en los malos tiempos
la magia la pueda transformar
en guantelete de hierro
y ariete de madera.
Que haga llover pétalos
de todos los colores
cantando canciones de cuna
con voces tiernas de madre
en los ministerios de la guerra.
Una suma de varita de varitas
todas ellas de encina,
una de la lanza de Don Quijote,
con ella nobleza y sabiduría
otra del bastón de Moisés
capaz de domar las mareas
una esquila del Arca de Noé
y un trocito del Caballo de Troya,
una fracción de la batuta de Mozart,
y bendecida con el ensalmo de chispas
del hada más sabia y más vieja.
¡El mundo por una varita mágica!
Una varita con todo el poder de hacer el milagro en los ciegos y en las mentes petrificadas de quienes se han arrogadomarieka el poder de mancillar la vida de los ses humanos sin voz en la tierra. Emotivo versar maestro…emociona!!