Miguel Rubio Artiaga

Rejas oliendo a cebolla,
cárcel cantando nanas,
llora una calavera
que con dientes desesperados
y paladas de amistad sincera,
para quitársela a la muerte
quiere resucitar de la tierra.
El poeta respiraba versos
en los rayos que no cesaban,
escribía con el fusil
y disparaba con la palabra.
Pastor y trovador
de letras y cabras.
El silencio le moldeó el corazón,
la tormenta la fuerza,
los pájaros a volar en el viento
de un Pueblo que lo arrastraba.
Barricada de jazmines adolescentes,
balas de yuntas libertarias,
meseguero poeta del frente
no cabía en los despachos.
De mesa usaba un ribazo,
escritorio de piedra,
donde apoyar los papeles.
Miguel Amor
Miguel Vida
Miguel Muerte.
Espejo del jornalero,
profeta de olivo cautivo,
el mismo se mutiló,
hacha de noble filo,
verso, por rama, por verso,
creando brotes nuevos de Libertad
sobre los troncos caídos.
El poeta gritó susurrando,
voz forjada en el yunque,
sangre libertaria y libre,
miraba la Parca de frente.
La desafió tantas veces,
que cuando los lobos cambiaban el pelaje,
Miguel aullaba con ellos,por sus tres heridas,
a una Luna pastora que lo besaba siempre.
Miguel Amor, Miguel Vida, Miguel Muerte.
Como siempre a mi fiel editor y amigo de las palabras, conectamos por el sentimiento y que el lector sea nuestro conductor de lo hermoso que es la lectura.
Sea un poema o fantasía, o cualquier rama de la literatura. De cualquier género.
“La cebolla es escarcha/ cerrada y pobre:/ escarcha de tus días/ y de mis noches./ Hambre y cebolla:/ hielo negro y escarcha/ grande y redonda”. Aún en prisión nacían versos desde el horror de la guerra. Hermoso homenaje al pequeño gran hombre Miguel.-
Gran poeta gran amigo