Un combate de boxeo entre Mike Tyson y Charlot

José Pastor González









El ruido de los helicópteros acojona. El ruido de la policía haciendo golpear sus porras en sus escudos acojona. Los perros policías acojonan. Los caballos acojonan. Las porras acojonan. Un policía por cada manifestante. Pero ellos están entrenados preparados bien alimentados y armados. Esto es como un combate de boxeo entre Mike Tyson y Charlot. Pero no tiene ninguna puta gracia. Radios crepitando ordenes gritos cargas policiales hostias llantos sangre dientes pelotas de goma botes de humo sprays de pimienta apaleamientos detenciones costillas rotas brazos y piernas rotas bocas partidas cabezas partidas ojos amoratados moratones de todas las tonalidades por todas las partes del cuerpo. Y después en la televisión solo salen quema de neumáticos policías apedreados pañuelos palestinos cócteles molotov hasta un lanzacohetes casero. ¿Un lanzacohetes?

No tengo coche. Voy siempre con los hermanos Sánchez: José y Félix. El José lleva unos días jodido. Su mujer y sus dos hijos se han ido a vivir una temporada con la hermana de su mujer. Su mujer no podía con la presión. Son ya muchos días muchas semanas. El Félix está soltero y va a su aire. Siempre ha ido a su aire. Yo tengo suerte mi mujer es una guerrera y mis padres me ayudan económicamente hasta que esto se solucione. ¿Por qué algún día habrá una solución? ¿O no?

Aquella mañana como todas las mañanas desde que empezó todo esto paramos en El Empalme a echarnos unos cafés y unos coñacs para quitarnos de encima el frío y el miedo. Por allí también estaban algunos compañeros. Cada uno quitándose de encima el frío y el miedo como podían: copas tabaco risas palabras de ánimo chistes tragaperras silencio. Fuimos los últimos en marcharnos. Estábamos yendo hacia el coche cuando vimos venir hacia nosotros a cuatro tipos. Enormes. Tipos duros. Tipos preparados. A la legua se veía que eran maderos o de la secreta o de paisano. ¿Qué a donde íbamos? ¿Qué si la documentación? ¿Qué si los papeles del coche? ¿Qué dónde habíamos dejado a nuestras mujercitas? ¿Qué si solas o acompañadas? Y el José que se cabrea. Y el José que les manda a tomar por culo. Y el José que cae como un peso muerto cuando le arrea un puñetazo en toda la cara. Y el Félix y yo que vamos a por él. Y a mi que me tumban con la primera hostia. Y estamos jodidos. Y me meo en los pantalones. Y desde el suelo veo como patean a el José. Y el José en el suelo que parece un muñeco de trapo. Y el José que ya no se cubre la cabeza con los brazos. Y desde el suelo veo como dejan de sacudirle. Que dejan de sacudirle como si ya se hubieran aburrido o cansado. Y veo como se van. Y veo como uno se vuelve. Y se acerca al cuerpo desmadejado de el José. Y le patea la cabeza como el que golpea un balón de fútbol en un penalti. La bota el pateo la cabeza. Bota pateo cabeza. Bota pateo cabeza. Y veo como la cabeza se balancea con un movimiento imposible. Como algo roto. Como algo muerto.

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