Miguel Rubio Artiaga

Hay veces que el silencio
es una estampida
de tormentas de palabra
que desafiando el mutismo
llegan hasta el cielo.
La censura de una verdad
crea un torbellino
de nudos de embuste
que arrastra un espejo mentiroso
y se les ve venir de lejos.
Hay veces que el silencio
brama como un coloso
ruge como un león
berrea como un ciervo
es el eco de un lamento
aúlla como un lobo.
La obligada mudez
puede ser la traductora
de lo que ha prohibido,
su mejor secretaria,
el confidente infiltrado
y el involuntario megáfono.
El bozal se convierte
en pancarta.
Las rejas, en mazapán,
el filo de la Libertad
deshace la mordaza
y hace que un rayo de Sol
penetre en los calabozos.
Dijo Miguel de Unamuno,
“Venceréis, pero no convenceréis”
Y esa maldición de sabio
fue la convicción de un profeta.
Aquello prohibido
escrito con letra pequeña
en los papeles
se acaba viendo
con letras enormes
pintado en las paredes.
Podrán censurar tus dichos, podrán acallar tu voz, podrán poner grilletes a tus manos, podrán cortar los pies para que no puedas avanzar, pero jamás podrán acallar tus pensamientos ni enrejar tu alma, ni avasallar tu dignidad, eso es tuyo y morirá contigo. Todo lo prohibido deja de serlo si estás convencido de que podrás. Muy bueno Miguel.-