Miguel Rodríguez

El muerto que fui, a veces me visita por sorpresa. No sé qué es lo que quiere, y él no me lo dice. Le miro mientras espero una señal del infierno que me indique qué hacer, cómo actuar, hacia dónde ir. El que fui me observa, me reta, no baja los ojos ni la guardia. Cree que soy él. Él también busca una señal, una indicación que le permita librarse de mí y dejarme ir. Comprendo, pues. Soy mi propia señal, sin duda también el infierno, y probablemente también soy el lugar que estoy buscando. El que fui me ha reconocido.

bueeeno provocativo y contradictorio
Gracias, Alejandro. Tal como lo comprendo yo, como la vida misma.