Por Miguel Rubio Artiaga
Me miraba. Cantos de Río me estaba mirando, con ese descarado aroma que tienen los libros nuevos. Y era mío, no cabía duda, allí estaba mi nombre, en la portada. Tenía un sueño en las manos. Me sentí más poeta que nunca, algo me decía que ese libro de poemas traía con él todo lo vivido en un vida, la mía y le daba sentido. Me sentí más Yo que nunca y empecé a caerme mejor.
Lo único que me había acompañado siempre haciendo contrapeso con la Luna para guardar el equilibrio en ese filo de navaja donde me paseé tanto tiempo era la Poesía.
Eso me hizo comprender, que si yo no era poeta no era nada. Cantos de Río llevaba en su alma muchos papeles arrugados y muchas servilletas manchadas escritas con la tinta de absenta de cualquier bar, llegadas a casa en un bolsillo . Me puse a leerlos en el libro, siendo los mismos versos parecían otros, leía en voz alta y sonaban mejor que nunca. Allí estaba la tristeza, la soledad, la ironía ante la vida, el amor que resultó vacío y el pleno, la locura, la rabiosa impotencia, la derrota asumida, el poder y la libertad del que ya no tiene que perder, el que ya no teme al miedo y el que mira, de tanto conocerse de vista, a la muerte a los ojos y le invita a una cerveza.
Cantos de Río, nació, cosas de genios humildes, al resultar este poeta cuentacuentos vencedor en un certamen de relatos cuyo premio era la publicación de un libro.
Hablando con la Editorial patrocinadora, cambié ese libro de relatos en otro de poemas. A fuerza de ser sincero, ni recordaba el certamen, era el primero que participaba, la alegría me la dio una amiga y gran poeta, Rosa Capdevilla, que también participaba. ¡Miguel felicidades has ganado¡ Así me enteré.
Cuando presenté el libro en un antro de Jazz emblemático en la ciudad donde vivo, todo me parecía irreal, la sensación de haberlo vivido ya, los buenos amigos que saben de tu sentir y lo comparten orgullosos., el poder declamar mis poemas ante un público interesado y atento a tus palabras.
El escuchar tus propios versos en boca de poetas amigos y pensar ¿Yo he escrito eso? ¡Pero si soy muy bueno! Inexplicable.
Ahora, con una decena ya de libros en la calle, aún sigo sintiendo es emoción, quizá más serena, pero la misma y no quiero perderla.
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Comencé con Psicología y Magisterio (personas), pasé a adiestrador de perros durante unos diez años, llegando a escribir para enciclopedias sobre el perro y técnicas de adiestramiento, perros lazarillos mi ilusión, tuve programas de radio de consultas sobre mis amigos los canes…etc (Animales) de ahí a jardinero, paisajista y profesor para profesionales en jardinería en ayuntamientos, (Plantas y árboles) y acabé especializado en jardines con la piedra como componente destacado (Piedras). Vamos, del hombre actual, hacia el Hombre de Neandertal a saltos.