Fernando Morote
Soy poco aficionado del género policial o la novela negra. Pero me ha pasado antes con otros autores que, gracias a su talento y destreza en el oficio de escribir, me han llevado a disfrutar de territorios ignotos para mí.
“Guachas” de Fernando José Veglia es un nuevo ejemplo. Los primeros capítulos plantean una línea narrativa que producen la impresión de estar frente a una cronología inconexa. En el transcurso de la historia el lector puede ir descubriendo las relaciones entre los protagonistas de esos episodios y configurar en su pantalla personal la trama que va recibiendo por piezas aparentemente sueltas.
Pronto resulta obvio que Veglia conoce el tema desde adentro, ya sea porque lo ha vivido de cerca o porque ha tenido contacto con aquellos que le han permitido diseñar sus personajes. Ésta es una enorme ventaja para cualquier escritor; esa experiencia íntima le concede la facultad de transmitir el estremecimiento de la gente, su angustia y desesperación, más allá de cuál es el lado del drama que ocupan.
Veglia lo aprovecha muy bien y consigue un magnífico impacto. Las escenas de violencia son aterradoras, no tanto por la forma cruda y explícita de describir la acción sino porque el lector se convierte en testigo de la miseria moral, social y económica a la que son expuestos los pobladores de las villas urbanas en Argentina. El desolador cuadro se completa con la implacable constatación de que los llamados a cuidar y proteger a la ciudadanía son los que en realidad la explotan y extorsionan.
La construcción del argumento, basada en un manejo irregular de los tiempos, es otro acierto del texto, otorgándole un carácter revelador, invitando al lector a participar activamente en el desarrollo de los eventos sin dejar de sorprenderlo a cada vuelta de esquina.
Otro aspecto a destacar es la reticencia consciente del autor a caer en el vicio de emplear el tono cínico –casi forzado- en los diálogos de los intérpretes que componen esta categoría literaria. Ninguno de estos individuos habla como en los guiones de Raymond Chandler o en las cintas de film noir de Humphrey Bogart y eso le imprime un toque de autenticidad que es digno de relevar. “Guachas”, en ese sentido, es una fuga brillante del estereotipo.
El libro además no es sólo un registro de la guerra que existe entre bandas y pandillas de delincuentes, o la develación de las traiciones que tienen lugar entre oficiales y subalternos de la policía; en sus párrafos surge de manera indirecta un análisis social que obliga a replantear el estilo de vida actual. La secuencia del sujeto que entra a robar a la casa de una familia y el padre, instintivamente, lo revienta de un escopetazo en su intento por defender la paz del hogar es una muestra clara de esa necesidad.
“Guachas” pone el dedo en la llaga. Es un fresco realista que, por su naturaleza, puede asustar y hasta deprimir. Pero constituye a la vez la expresión fiel de un escritor que con su habilidad es capaz asimismo de secuestrar a su lector y dejarlo sin aire a lo largo de sus 114 páginas.
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